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martes, 26 de junio de 2018

Historiadores analizan la sociedad puertoplateña del siglo XIX


Por Emilia Pereyra

Historiadores nacionales y de Puerto Plata analizaron diversos aspectos de la vida política, económica y social de la Novia del Atlántico en un seminario organizado por la Academia Dominicana de la Historia. 

En el cónclave, realizado el pasado sábado 23 de junio en la Casa de la Cultura de Puerto Plata, expusieron los conocidos investigadores Manuel García Arévalo, Edwin Espinal, Mu Kien Sang Ben, Danilo de los Santos y los historiadores locales Juan Francisco Payero Briso, María Amelia Finke Brugal, Rómulo Briceño Suero, Óscar Zazo y Juan Ventura. 

La historiadora Mu Kien Sang Ben, cuya exposición fue leída por Edwin Espinal, coordinador del seminario, aseguró que, desde sus primeras actividades en la vida política nacional el dictador Ulises Heureaux se destacó como un verdadero soldado, dispuesto siempre a cumplir con las misiones asignadas y que así lo demostró en las postrimerías de la Guerra de Restauración. 

Además, dijo que la destacada participación de Heureaux en esa lucha fue gratificada primero con el título de “Restaurador”, otorgado a los soldados que lucharon contra el invasor, y que luego fue designado como teniente. 

Sostuvo que el proceso de desarrollo y expansión de la industria azucarera se dio paralelamente al de consolidación de la dictadura de Heureaux, y que este fue un verdadero representante de esos intereses, y que más aún, pues con el paso de del tiempo, él mismo llegó a convertirse en parte de ellos. 

“El control absoluto del Estado le permitía al dictador favorecer fácilmente a este grupo mediante la concesión de franquicias para la inversión, o la protección de sus bienes mediante leyes y decretos. Al mismo tiempo los beneficiarios convertían a Lilís en inversionista gananciosos y propietarios de sus empresas. Así los comerciantes y los azucareros se convertían en acreedores, beneficiarios, sostenedores y defensores de la dictadura”, enfatizó. 

Por su lado, García Arévalo expuso sobre “El propósito de Colón de asentar la Isabela en Puerto Plata y las implicaciones geopolíticas que pudo haber tenido”. 

En ese orden, el historiador expresó que muy diferentes hubieran sido las posibilidades urbanísticas del primer poblado colombino de haberse establecido los españoles al pie del Monte de Plata, hoy conocido como Isabel de Torres, con su espléndida bahía, en forma de herradura, como la describió el padre Las Casas, y sus tierras, “las mejores y las más lindas del mundo, todas campiñas altas hermosas”, según las describió el almirante Cristóbal Colón.

“La estratégica posición de Puerto Plata les habría permitido a las autoridades coloniales ejercer un mejor control del ámbito insular, y no hubieran ocurrido las devastaciones que a principios del siglo XVII asolaron los poblados establecido en la Banda Norte y el oeste de la Española, con sus trágicas repercusiones socioeconómicas y políticas”, dijo. 

Asimismo, argumentó: “De ese modo se habría preservado la integridad territorial, evitando la penetración francesa en la parte occidental, y por tanto la isla no se hubiese escindido en dos colonias distintas bajo los respectivos dominios de España y Francia. De manera que la actual República Dominicana, al separarse de la dominación española, habría ocupado toda la isla, que hubiera permanecido indivisa desde los tiempos del descubrimiento de América”.

Igualmente, disertaron Juan Francisco Payero Briso, sobre “Puerto Plata: ciudad cosmopolita en el siglo XIX” y María Amelia Finke Brugal, acerca de “Puerto Plata en el siglo XIX, un pueblo peculiar”. Además, Rómulo Briceño Suero abordó el tema “Puerto Plata: una puerta al mundo para la inmigración en el siglo XIX”.

El historiador Edwin Espinal Hernández, coordinador del seminario, expuso acerca de los “Inmigrantes decimonónicos y su descendencia en la conformación de la oligarquía puertoplateña. Oscar Zazo se refirió a los “Rasgos de la educación en Puerto Plata en el siglo XIX”, Danilo de los Santos dio “Pinceladas socioculturales sobre Puerto Plata durante el siglo XIX”, y Juan Ventura habló acerca del prócer Gregorio Luperón. 

Espinal Hernández dijo que la élite social de Puerto Plata en el siglo XIX no sólo desarrolló alianzas estratégicas en el orden comercial, sino que también emparentó sus familias, “alcanzando a ser genearcas o antepasadas excepcionales de redes de parentesco multiplicadas con el tiempo y el paso de las generaciones”.

“Mucho antes de la burguesía nacional que se constituyó al amparo de la estabilidad política y los cambios económicos durante el régimen de Ulises Heureaux, ya en Puerto Plata se habían amalgamado inmigrantes, hijos de inmigrantes y nacionales dominicanos, que sucesivamente, de generación en generación, fueron integrándose entre sus mismos descendientes”, precisó. 

Agregó que, de sus vínculos iniciales, a partir del comercio importador y exportador, los clubes sociales y el gobierno local, estos clanes pasaron a trabar una complejísima red de relaciones familiares sobre la base de patrones matrimoniales endogámicos y, en algunos casos, consanguíneos, que contribuyó a reforzar su cohesión interna y a sostener en pocas manos variados intereses económicos, políticos y sociales en el transcurso de dos siglos. 

Espinal se refirió a varias familias, entre ellas a la Brugal, “una de las definitorias de los vínculos genealógicos endogámicos en Puerto Plata”.

Por otro lado, Payero Brisso dijo que el 14 de noviembre de 1865, Puerto Plata fue elevada a Distrito Marítimo, alcanzando una nueva forma de organización social, que trajo consigo el surgimiento de una cultura cosmopolita, expresada en nuevas ideas, valores, costumbres, estilos de vida y tecnologías.

Enfatizó que entonces se logró un importante auge económico y comercial, debido al papel jugado en la producción de tabaco por los pueblos del Cibao, y que el puerto local se constituyó en la puerta comercial para transportar dicho producto a Alemania, en vista de que las personas que comercializaban eran inmigrantes alemanes residentes en Puerto Plata. 

En cuanto a la educación durante el siglo XIX en Puerto Plata, el escritor Oscar Zazo afirmó que el 5 de marzo de 1876 se inaugura la Sociedad-Escuela La Educadora en una casa de Gregorio Luperón, la cual fue la primera escuela dominicana de carácter esencialmente doctrinario. 

Por su lado, María Amelia Finke Brugal afirmó que el siglo XIX fue para Puerto Plata y para el país un periodo de cambios importantes, tanto a nivel político, social como económico, y que la ciudad pasó de ser, a finales del siglo XVIII, un pequeño pueblo con potencial de desarrollo, a ser el centro de la vida económica y política, como capital interina de la República durante el gobierno provisional del general Gregorio Luperón.

Manifestó que la condición de puerto de mar de esta ciudad hizo confluir en ella un grupo humano de comerciantes extranjeros y locales, que según Neici Zeller produjo la única burguesía que existía en el país en esa época”.

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