Por Emilia Santos Frias
Diario Azua / 4 diciembre 2025.-
Este siglo XXI, caracterizado por su cuarta revolución industrial; Industria 4.0, integración de tecnologías digitales inteligentes en procesos industriales, que utilizan tecnologías como el Internet de las Cosas (IoT), la Inteligencia Artificial (IA) y el Big Data para mejorar la productividad y la eficiencia. Digitalización y globalización, impulsadas por la transformación en la forma en que nos comunicamos, trabajamos y vivimos.
Conjuntamente con estos avances actuales de tecnología rápida hay grandes desafíos, entre ellos, el cambio climático, transformación en las estructuras sociales, familiares y políticas. Es que en esta moderna sociedad del consumo, el ser humano, en la generalidad, vive en una constante rueda de la rata. Este ciclo económico y social, como es descrito por Robert Kiyosaki en su obra Padre Rico, Padre Pobre, designa a la rutina de trabajar para cubrir gastos y deudas.
Por tanto, quien lo vive nunca llega a obtener independencia financiera. Es una metáfora que muestra cómo las personas son atrapadas en un ciclo de ingresos y gastos constantes. Lastimosamente, en este estilo de vida se vive solo para trabajar. Un reflejo claro de nuestra realidad, que acarrea además, efectos negativos en la salud física, emocional y mental. Entre ellos, descuido en las relaciones personales, riesgo de padecer enfermedades y condiciones patológicas como estrés crónico; deterioro cognitivo, depresión y dificultad física...
Vivir afanosamente en una sociedad de consumo: sistema económico y social caracterizado por el gasto masivo en bienes y servicios, que ata a las personas a la oferta de la industrialización, mediante la publicidad que vende una falsa felicidad emanada de la adquisición de productos, y reproduce ese ciclo continuo de compra. El fenómeno responde al nombre de obsolescencia programada.
Deliberadamente la industria ejercita la práctica de diseñar productos con vida útil limitada. Al dejar de funcionar o se vuelven obsoletos después de un período de tiempo establecido, el consumidor es obligado a comprar uno nuevo. Así, nos mantienen atrapados en esta sociedad del consumo, siempre corriendo en círculo en la malsana rueda de la rata.
Si a estos fenómenos sumamos, el exceso de positividad, conque viven o exhiben algunas personas; autoexigencia y la visible autoexplotación, tanto en trabajadores formales como en freelance, llegamos al agotamiento. Este conduce a enfermedades neuronales como se citó precedentemente. Así aterrizamos en la Sociedad del Cansancio, que nos indica Byung-Chul Han. Paradójicamente en esta sociedad donde se tiene libertad individual para hacer lo que se desea. Nos rendimos, porque nos explotamos a sí mismos en pro de ser continuamente personas productivas y exitosas. ¿Pero éxito que menoscaba la salud, puede ser llamado como tal?
Se ha perdido la aptitud de asombro y de esperanza. Se extravió “la capacidad de aburrirse, reflexionar y contemplar, actividades esenciales para la creatividad y el bienestar. La falta de tiempo para el no hacer, lleva a una vida fragmentada y ansiosa..... Esto así, porque hoy, cada persona es su propio verdugo”.
Por ello, poniendo en una balanza las grandes bondades del siglo XXI: acceso a información, tecnología global, desarrollo de nuevas habilidades: creatividad, avances en longevidad y salud. Potencialización de la tecnología digital que facilita estudio a distancia, trabajo y comunicación. Avances en las ciencias, como la Medicina, que ha mejorado la calidad y esperanza de vida. Contradictoriamente, hay que tener presente que este es el siglo también aumentó la pobreza, desigualdad, crisis climática, deterioro ambiental, como se coligió anteriormente. Conflictos armados, inseguridad en los Estados; disminución de la salud mental, incremento de estrés; falta de acceso a servicios básicos...
Evidencia de hambre, violencia de todo tipo: psicológica, económica, patrimonial, sexual, intrafamiliar, de género..., exclusión, problemáticas de salud física, emocional y mental a nivel mundial. Otra incongruencia es que las personas exhiben demora voluntaria para realizar tareas importantes. De acuerdo con autores como: Solomon y Rothblum, genera malestar, al ser una conducta irracional basada en la mala percepción de los costos de estas o en la incapacidad para manejar emociones negativas. Se hace referencia a la procrastinación.
Estamos de rodilla ante la época donde todas las adicciones convergen, entre ellas, la vinculada al celular. Un cambio de conducta visto desde el uso excesivo y compulsivo de los dispositivos móviles. Lógicamente emparentado con la nomofobia o miedo a no tener el celular y el FOMO, temor a perderse alguna información de actualidad.
“Una dependencia que limita la libertad y puede reemplazar otros hábitos nocivos..., el uso desmedido causa problemas como aislamiento social, conflictos familiares, afectaciones en el sueño y problemas de desarrollo en jóvenes”. Refieren algunos autores.
Como se precisó anteriormente, la rueda de la rata acarrea adicciones, una de ellas es a las compras. También denominada oniomanía: “un trastorno del control de impulsos con deseo incontrolable de comprar productos innecesarios para aliviar malestar, aunque temporalmente genera gratificación..., una enfermedad crónica, recurrente que altera la estructura y función cerebral, afectando el sistema de gratificación”.
En ese sentido, algunos estudiosos la catalogan como una forma para tapar otros problemas, y que se debe a disfunciones en la producción de serotonina, que regula el estado de ánimo, y dopamina, responsable de la motivación, así como, estilos de crianza disfuncionales. La personalidad se basa en tener y el modo de ser, una identidad construida desde la posesión de objetos y búsqueda de la felicidad en el consumo, como se ha reiterado.
“Un vacío que solo se alivia con más consumo, pero que eventualmente puede llevar a la infelicidad”. Precisó Erich Fromm, autor de la obra El miedo a la Libertad, al hablar de este tema. Estos aspectos, sin lugar a dudas nos hacen replantear el norte de nuestra existencia para vivir con bienestar en el siglo actual.
Encontrar el propósito de nuestra vida terrenal, cumplir con nuestros acuerdos, adoptar hábitos saludables, como aprender manejo del estrés, mediante relajación y concentración en la agendas, sin obviar accionar ante temas y cosas importantes..., es esencial para alcanzar bienestar generalizado.
Hasta pronto.
La autora reside en Santo Domingo
Es educadora, periodista, abogada y locutora.
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