Titulares

Publicidad

Mostrando entradas con la etiqueta Opinión. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Opinión. Mostrar todas las entradas

sábado, 15 de marzo de 2025

Testigo del tiempo

Por J.C. Malone
Diario Azua, 15 marzo 2025.-

Decir que la historia se repite es una falacia irresponsable que busca exculparnos de repetir los mismos errores. La historia no es un virus, no se autorreplica, es una crónica de las actividades humanas, sin vida propia, incapaz “repetirse”, nosotros repetimos las mismas estupideces.

En 1978 despedimos a Joaquín Balaguer, un estadista conservador, administrador disciplinado, de cierta consciencia social, hasta impulsó una reforma agraria; no fue perfecta, Dios no hizo un mundo perfecto.

Sus políticas conservadoras, con remanentes del trujillismo, y la tumultuosa realidad política regional, tiñeron de sangre su gobierno. Cuando se redujo el crimen político, “los de abajo”, “cambiaron” a Balaguer, el intelectual de la reforma agraria, por un terrateniente, Antonio Guzmán, parece locura.

Tras dos gobiernos bastante desordenados, el país admitió su error, votó por Balaguer en 1986.

Salimos de Balaguer, 10 años después, en 1996, elegimos a Leonel Fernández y su Partido de la Liberación Dominicana (PLD) básicamente compuesto por gente “de abajo”. Cuatro años después, en el 2000, retornamos al Partido Revolucionario Dominicano (PRD) despedido en el 86, elegimos a Hipólito Mejía, su gobierno terminó en desastre económico-administrativo.

Retornamos a Fernández y el PLD en el 2004.

Fernández gobernó ocho años más, y le siguió su compañero de partido Danilo Medina durante otros ocho años. Construyeron obras públicas importantes y eficientizaron la administración pública, pero la corrupción destruyó su reputación.

En el 2020, cambiamos buenos administradores-constructores “de abajo”, por descendientes de los ricos que multiplicaron sus fortunas y crearon nuevas riquezas entre 1978 y 1986. Dividido el PLD, elegimos al presidente Luis Abinader, reelecto en el 2024. Él magnifica el desorden económico-administrativo de Mejía, podemos retornar Fernández, Medina, o su reunificación.

La historia es irrepetible, nuestro movimiento elíptico, como las manecillas de relojes antiguos, siempre empieza un “nuevo día”, idéntico al anterior. Los días, la gente y sus nombres parecen iguales, por eso todos los mañanas son similares al ayer.

Damos vueltas circulares, como perro persiguiéndose el rabo, nunca lo alcanzará, ni avanzaremos, seguimos caminando a ningún lugar.

domingo, 9 de marzo de 2025

Por Lisandro Prieto Femenía
Diario Azua / 09 marzo 2025.-

"Se nos dice que debemos amarnos a nosotros mismos, pero al mismo tiempo se nos impulsa a ser más productivos, más eficientes, más exitosos". Žižek

Hoy quiero invitarlos a reflexionar en torno a la creciente industria de la autoayuda, con su promesa de éxito, prosperidad y felicidad al alcance de todos, puesto que ha experimentado un auge vertiginoso en la última década: libros, cursos, seminarios y gurús de dudosa procedencia proliferan por doquier, ofreciendo fórmulas cuasi mágicas para alcanzar un bienestar personal y profesional que así, realmente, no llega. Sin embargo, detrás de este aparente empoderamiento individual, se esconde una pregunta que debería inquietarnos: ¿la autoayuda transforma verdaderamente nuestras vidas, o simplemente nos vende un placebo reconfortante que nos mantiene conformes con el status quo?

Comencemos, entonces, con esta última pregunta: ¿liberación y crecimiento o autoengaño y control? Theodor Adorno, en su crítica a la cultura de masas, nos advertía que esta no busca en absoluto la emancipación de los individuos, sino su adaptación al sistema. En este caso en particular, la industria de la autoayuda, que comenzó siendo un fenómeno comercial bibliográfico y ahora es un virus de videos con mucho punch y cero contenido, parece confirmar esta sospecha: al mercantilizar la esperanza y el éxito (siempre individual, nunca colectivo), desvía la atención de los problemas sistémicos, como la desigualdad económica y la injusticia social naturalizada, hacia soluciones personalistas y superficiales.

"La cultura de masas no es un sistema de liberación, sino de control", Adorno, Dialéctica de la ilustración

No debe sorprendernos que la autoayuda, en su esencia, se nutre de la narrativa del individuo como agente de cambio único y absoluto. Este punto de vista, aunque atractivo para algunos, simplifica la complejidad de las experiencias humanas, ignorando las intrincadas redes de interdependencia que nos constituyen. Al elevar al individuo al centro del universo (sí, promueve narcisistas egocéntricos), la autoayuda crea una ilusión de control, un espejismo reconfortante en un mundo que, en realidad, es caótico e impredecible. Esta focalización en el individuo tiene su costo: desvía totalmente la atención de las estructuras sociales y económicas que moldean nuestras vidas, perpetuando así un sistema que beneficia a unos pocos a expensas de muchos.

Lo precedentemente enunciado nos lleva a analizar otro problema, a saber, el de la trampa de la responsabilidad individual escondida en lemas patéticos como "piensa en grande", al que yo le agregaría, siguiendo la lógica ilusionista de la autoayuda postmoderna: "pero quédate quietito en tu baldosa". Al respecto, Karl Marx, en su análisis de la alienación y la lucha de clases, demostró que las condiciones materiales son determinantes en la vida de las personas. Contrariamente, la autoayuda moderna insiste en que todo depende de la persona, ignorando completamente la existencia de estructuras sociales y contextos específicos diversos: esta narrativa individualista genera sentimientos de culpa perversos, puesto que tarde o temprano el sujeto se choca con las desventajas estructurales, reforzando la idea de que el fracaso es su responsabilidad. Siguiendo este enfoque marxista, se podría plantear con razón la siguiente pregunta: ¿nos venden la idea que podemos ser lo que queramos solo para que dejemos de cuestionar el sistema?

"No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia", Marx, Contribución a la crítica de la economía política"

Ahora bien, si finalmente aceptamos que la maquinaria mediática de la autoayuda conduce necesariamente al autoengaño, tenemos que analizar qué se esconde detrás de esta anestesia cultural: la tiranía del rendimiento. Sobre este aspecto particular, es conveniente asistir a Slavoj Žižek, quien en su obra "El sublime objeto de la ideología", critica esta perversa doctrina por su doble mensaje de autoaceptación y superación constante. Aunque aparentemente benigna, esta autoayuda nos insta a amarnos a nosotros mismos, a aceptarnos tal como somos (aunque seamos unos idiotas egocéntricos), pero simultáneamente nos bombardea con el imperativo de ser más productivos, más eficientes, más exitosos. Žižek desvela la trama inherente a esta contradicción: el culto a uno mismo se convierte en una herramienta de la autoexplotación voluntaria. Al internalizar el mandato de la "mejora continua", nos convertimos en nuestros propios capataces, impulsándonos sin descanso hacia metas inalcanzables. Así, la autoayuda, lejos de liberarnos, nos encadena en una espiran de rendimiento y ansiedad, donde la búsqueda de la perfección se convierte en una obsesión narcisista. En última instancia, esta doctrina permite que nos alienemos a nosotros mismos, transformando el amor propio en una forma no tan sutil de esclavización.

Por su parte, Byung-Chul Han, en su obra "La sociedad del cansancio", profundiza aún más esta idea, analizando cómo el imperativo del rendimiento y la positividad hueca genera una forma de autoexplotación y agotamiento. Desde este enfoque, la autoayuda no promueve amor propio, sino que se convierte en una forma elegante del fomento del esclavismo productivo, donde la perfección y el éxito se torna en la típica obsesión narcisista de egocéntricos y dogmáticos del lema "el que quiere, puede".

"El sujeto de rendimiento se explota a sí mismo hasta que se derrumba"- Byung-Chul Han

Ante los argumentos precedentemente enunciados, creo que es momento de plantear la necesidad de interpretar la filosofía como un antídoto contra la brutal superficialidad de la autoayuda. En este mundo, saturado de facilismos y pociones mágicas disfrazadas de promesas vacías, la filosofía sigue siendo un faro olvidado de lucidez y profundidad. A diferencia de la autoayuda, que se contenta con ofrecer respuestas precocidas y masticadas, la filosofía nos invita a cuestionar, a explorar los aspectos complejos de nuestra existencia y a construir un sentido auténtico de la vida.

Evidentemente, la filosofía no nos ofrece un recetario para conseguir la felicidad, sino que nos proporciona medios para pensar críticamente, es decir, para examinar nuestras creencias y valores, y para vivir coherentemente de acuerdo con nuestros principios. Por su parte, la autoayuda, con toda su energía puesta en el pensar positivo y la actitud mental, se convierte en una forma de adoctrinamiento, limitando nuestra capacidad para cuestionar el estado de situación del mundo y la posibilidad de imaginar otras alternativas.

Contrariamente, la filosofía nos libera de los clichés del pensamiento convencional de moda, puesto que nos anima a desafiar las normas establecidas y explorar nuevas perspectivas: al cultivar la crítica y la reflexión profunda, la madre de todas las ciencias nos empodera para tomar decisiones informadas, para actuar con más autonomía y para resistir los embates de la permanente manipulación.

Otro aspecto fundamental que debemos tener en cuenta es que, mientras que la autoayuda se centra en la consecución de metas individuales y la mejora del bienestar personal, la filosofía no progre se dedica a la búsqueda de la verdad, la belleza y el sentido de la existencia. La filosofía nos convoca a reflexionar sobre las grandes preguntas que nos han intrigado durante siglos, como "¿Qué es la realidad?", "¿Qué es el conocimiento?", "¿Qué es la justicia?", "¿Qué es la felicidad?". Explorando estas cuestiones fundamentales, este modo de vivir y de pensar nos ayuda a comprender mejor el mundo que nos rodea y el lugar que ocupamos en él.

También, a diferencia de la autoayuda, que se practica en solitario, la filosofía se nutre del diálogo auténtico y respetuoso en el marco de una comunidad, porque nos invita a compartir nuestras ideas, a debatir nuestros puntos de vista y a aprender de los demás: al participar en el diálogo filosófico, nos enriquecemos intelectualmente, ampliamos nuestros horizontes y fortalecemos nuestros lazos con los demás. Creo que justamente por ello tiene menos o peor fama que la autoayuda: cuando queremos pensar con otro (dialogar seriamente de algo) tenemos que involucrarnos tanto con los fundamentos de lo que decimos como también tener la apertura y la prudencia de escuchar atentamente lo que me dicen otros. Pues bien, con la autoayuda no sucede esto: basta con escuchar una charla tipo TED y anotar en un papel lo que creo que me puede servir a mí, y solo a mí. Resumiendo, mientras una desarrolla consejillos trillados para el desarrollo personal, la otra nos invita a trascender la superficialidad y abrazar la complejidad de nuestra existencia.

En definitiva, queridos lectores, queda preguntarnos: ¿hasta qué punto la autoayuda realmente nos es útil y hasta qué punto nos mantiene conformes? ¿Esto nos enseña a mejorar nuestras vidas o a tolerar lo que debería ser intolerable? ¿El problema es nuestra actitud ante el mundo que se nos presenta o el mundo en el que vivimos realmente? La respuesta a estas preguntas no es simplona: la autoayuda podría ofrecer herramientas útiles para manejar el desarrollo personal, en ciertos casos particulares, pero también puede convertirse en un mecanismo de control que nos impide dudar o cuestionar las estructuras sociales y económicas que perpetúan la desigualdad. Desde la filosofía, lamento informarles que la verdadera transformación, tanto personal como social, requiere de gente que piense, que tenga la capacidad de realizar un análisis crítico y honesto de estas estructuras y que se comprometa con la construcción de un mundo más justo y equitativo, no "para mí, y solo para mí", sino para todos.

 

Por J.C. Malone
Diario Azua / 09 marzo 2025.-

Nadie lo dice, pero Rusia ganó la guerra de Ucrania por sus socios del BRICS, los aliados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), perdieron. Ucrania perdió la guerra, la OTAN perdió la vida.

Trump sabe eso, recibió una piñata vacía, por eso busca dinero dondequiera, desacredita al gobierno anterior, y hace todo lo que puede, pero tiene muy pocas opciones.

Estadounidenses y europeos solo son 789 millones de personas, el BRICS 3,268 millones cuatro veces la población de occidente. Mientras los socios de la OTAN aportan el 29% del Producto Bruto Interno (PBl) del planeta, el BRICS ronda el 40%. En números fríos, BRICS ganó porque tiene más recursos. Trump decidió aliarse con los poderosos ganadores.

La alianza entre el presidente Vladimir Putin, de Rusia, y Trump, básicamente pulveriza, extermina a la OTAN, no tiene razón de ser ni fuentes de financiamientos, murió.

Rusia ganó, Ucrania perdió, y Trump se alía con el ganador, porque formalmente nunca fuimos parte directa de esa guerra, solo entramos para “pacificar”. El “único” que guerreaba con Rusia, Volodomyr Zelensky, presidente ucraniano, pasó de “celebridad occidental” hablando en todos los congresos, a ser el enemigo de Washington y Moscú. Es una posición nada envidiable, de la que pocos han logrado sobrevivir.

Los europeos perdieron la guerra, Zelensky perdió la guerra, ¿por cuál razón debe el presidente Donald Trump aceptar la derrota de una guerra que nunca debió ocurrir?, y por demás, él desde el principio la rechazó.

La “alianza internacional”, nunca puede ser un vínculo más poderoso y sagrado que el voto popular interno, el país votó contra la guerra.

Quizá Trump da “palos a ciegas”, pero romper la alianza con Europa tiene mucho sentido. Muchos gobiernos europeos colapsarán, caerán por la misma razón, siguieron el camino de quienes le dijeron que todo lo que hacían estaba “bien”.

Ucrania y Europa perdieron, la OTAN murió, BRICS y Rusia ganaron, Trump negocia con Rusia, nadie quiere negociar con la alianza de derrotados, eso está bastante claro.

sábado, 8 de marzo de 2025

 

Por Néstor Estévez
Diario Azua / 08 marzo 2025.-

Cuando expresas algo, especialmente sobre alguien, ¿de quién estás hablando realmente? La pregunta parece boba, pero es muy pertinente porque estos tiempos tan complejos tienen a mucha gente súper despistada.

Esta etapa de redes sociales, mensajes de texto, comentarios en línea y tantas vías para “hacer saber” no tiene precedentes. Hay quien prefiere llamar a eso “democratización de la comunicación”. Sin embargo, eso incluye una trampa en la que mucha gente cae.

¿Dónde está la trampa? Cuando hablamos de otras personas, especialmente de manera negativa, estamos revelando nuestras propias inseguridades, prejuicios y emociones. Por ejemplo, si alguien critica constantemente a los demás por su apariencia, es posible que esa persona tenga inseguridades sobre su propio cuerpo. O si alguien siempre habla mal de los logros de otros, quizás esté sintiendo envidia o frustración por sus propias metas no alcanzadas.

El fenómeno fue estudiado mucho tiempo antes de que existiera la sobrecarga de mensajes que hoy tenemos. Ya para 1936, Sigmund Freud hablaba de “proyección”, en alusión a ese mecanismo por el cual atribuimos a los demás sentimientos o características que en realidad son nuestros.

Veamos algunos ejemplos de la actualidad. En redes sociales es muy común ver a gente que siempre comenta cosas negativas en las fotos de otras personas. Hay gente que escribe, por ejemplo: "Esa ropa no te queda bien". Es posible que realmente esté diciendo: "Me siento inseguro/a con mi propia apariencia".

También se dan situaciones en el trabajo. Hay gente que siempre critica a otros por no hacer bien su labor, pero nunca reconoce sus propios errores. Esto puede indicar que tiene miedo de ser juzgada o que no sabe manejar la presión.

Incluso, en la familia hay expresiones de “proyección”. Un padre que constantemente dice que su hijo es "flojo" o "irresponsable" puede estar reflejando su propia frustración por no haber alcanzado ciertas metas en su vida.

¿Por qué es importante darse cuenta de esto? Sencillamente, cuando no somos conscientes de lo que nuestras palabras dicen de nosotros, podemos dañar nuestras relaciones y nuestra reputación. Pero también muchas veces caemos en un ciclo negativo: criticamos a otros, nos sentimos mal por ello, y luego criticamos más para sentirnos mejor temporalmente. Pero eso no resuelve nuestros problemas internos.

Y todavía más, cuando entendemos que nuestras palabras son un reflejo de nosotros mismos, podemos empezar a trabajar en mejorar nuestra autoestima, manejar nuestras emociones y comunicarnos de manera más positiva.

Pero también es asunto de quién recibe tus mensajes. Para alguien que se queda con lo primero que le llega, quizás “te la estás comiendo” porque estás logrando tu objetivo, denostando. Pero si tu mensaje llega a alguien que analiza, aunque sea mínimamente, lo que digas expresa más de ti que de la persona a quien pretendes denostar.

Para quien quiera sanarse de ese mal, aquí comparto algunas recomendaciones:

Piensa antes de hablar. Antes de criticar o juzgar a alguien, pregúntate: "¿Por qué estoy diciendo esto? ¿Qué estoy sintiendo en este momento?". Eso te ayudará a identificar si estás proyectando tus propias inseguridades. En lugar de juzgar, escoge ofrecer ayuda.

Practica la empatía. Trata de ponerte en el lugar de la otra persona. ¿Cómo te sentirías si alguien hablara de ti de esa manera? Eso te ayudará a practicar la compasión.

Habla de tus sentimientos. En lugar de criticar a otros, expresa cómo te sientes. Por ejemplo, en lugar de decir: "Nunca me escuchas", puedes decir: "Me siento ignorado/a cuando no me prestas atención".

Evita los chismes. Chismear es una forma común de proyectar nuestras inseguridades. Si alguien te cuenta un chisme, no lo difundas. Mejor cambia de tema o habla de algo positivo. Y si el chisme es sobre ti, cuidado: es posible que esa persona quiera algo de ti y esté apelando a esa estrategia para conseguirlo. En ese caso, también conviene cambiar de tema.

Refuerza tu autoestima. Trabaja en quererte y aceptarte tal como eres. Cuando te sientes bien contigo es menos probable que critiques a los demás.

Finalmente, aprende a escuchar. Muchas veces criticamos porque no entendemos la situación de la otra persona. Escuchar con atención te ayudará a comprender más y a juzgar menos.

 

Por Arismendi Díaz Santana
Diario Azua / 08 marzo 2025.-

Apoyamos todas las iniciativas orientadas a priorizar el derecho de las familias más pobres y vulnerables a recibir los medicamentos de altos costos que necesitan para sobrevivir y extender sus años de vida, protegidos de una catástrofe financiera

Ya solo cientos de medicamentos de alto costo consumen el 60% del presupuesto de PROMESE, quedando el 40% para los miles de medicamentos destinados a los hospitales. Este es el resultado del envejecimiento de la población, de la reducción de las afecciones prevenibles y del aumento de las enfermedades crónicas y degenerativas.

En el gobierno del presidente Luis Abinader, el Programa de Medicamentos de Alto Costo (PMAC) ha logrado avances significativos en el acceso a tratamientos de última generación muy costosos, mejorando la calidad de vida de miles de pacientes. Sin embargo, enfrenta desafíos importantes que requieren soluciones innovadoras y políticas públicas bien diseñadas para garantizar su continuidad y expansión.

Este programa ha permitido que pacientes con enfermedades “raras”, complejas o crónicas accedan a medicamentos de vanguardia que, debido a su alto costo, serían inalcanzables para la gran mayoría, minimizando su impacto financiero en las familias afectadas, tanto pobres como de clase media.

El presupuesto actual del PMAC asciende a 7,500 millones, con un crecimiento significativo en los últimos años debido al aumento de la demanda de tratamientos costosos y a la incorporación de nuevos medicamentos. No obstante, su monto resulta insuficiente para atender a una demanda creciente debido al envejecimiento.

Urge mejorar los sistemas de compras, distribución, prescripción, consumo y seguimiento para evitar desperdicios y garantizar que los medicamentos lleguen de manera oportuna y regular a quienes más los necesitan. La limitación de recursos disponibles impone establecer criterios claros para priorizar cuáles medicamentos se incluyen en el programa.

La creciente demanda de los medicamentos de alto costo obliga a racionalizar su prescripción para extender la cobertura con los recursos disponibles

Los medicamentos de alto costo requieren procesos de investigación, desarrollo y producción complejos y costosos. Suelen ser tratamientos innovadores, que ofrecen soluciones efectivas a enfermedades que antes carecían de opciones terapéuticas y conducían a muertes prematuras.

Son producidas por grandes empresas farmacéuticas que operan en condiciones monopólicas amparadas en patentes de producción y comercialización exclusivas de las nuevas moléculas durante 20 años. Una condición que les permite fijar precios elevados, dificultando su acceso a los pacientes más pobres y vulnerables.

A pesar de los altos costos, estos medicamentos representan un avance científico invaluable controlando enfermedades complejas que antes eran mortales o incapacitantes, permitiendo a los pacientes llevar una vida más larga y de mejor calidad. Por ejemplo, los antirretrovirales transformaron al sida de una enfermedad mortal a una condición manejable.

Uno de los principales desafíos de las autoridades nacionales es equilibrar la innovación científica con la accesibilidad social. Mientras que las compañías farmacéuticas necesitan recuperar su inversión, los gobiernos y las organizaciones de salud deben garantizar que estos tratamientos lleguen a todos los que los necesitan.

En este campo tan delicado existe un serio conflicto. Los grandes laboratorios presionan contra la prescripción de fármacos bioequivalentes de igual calidad (genéricos), producidos en competencia, y por lo tanto, más económicos. En adición, muchos especialistas y las sociedades médicas también los rechazan para no perder los beneficios que reciben de esas grandes corporaciones financieras.

Estas prácticas son tipificadas como poco éticas y fraudulentas, ya que les imponen a los pacientes el uso innecesario de fármacos de igual impacto, pero de un costo mucho mayor. Además, porque este costo excesivo limita considerablemente la cobertura social de este programa.

En cambio, las autoridades prefieren el uso de fármacos bioequivalentes más competitivos y económicos, para beneficiar a una mayor cantidad de pacientes en condiciones vulnerables que los necesitan para controlar su situación y sobrevivir. El gran reto consiste en priorizar las necesidades de salud pública de decenas de miles de pacientes vulnerables frente a las presiones económicas y comerciales de la industria farmacéutica y de sus agentes locales.

La Fundación Seguridad Social Para Todos (FSSPT) le ofrece a su director, Dr. Carlos Sánchez, el apoyo necesario a todas las iniciativas orientadas a priorizar el derecho de las familias más pobres y vulnerables a recibir los medicamentos de altos costos que necesitan para sobrevivir y extender sus años de vida, protegidos de una catástrofe financiera. ADS/576/06/03/2025
Por Lisandro Prieto Femenía
Diario Azua / 08 marzo 2025.-

"¡Parecería que consideráis como una gran dicha el que se os permita gozar de vuestra propiedad, de vuestras familias y de vuestras vidas; y todo este estrago, estas desgracias, esta ruina, os vienen, no de los enemigos, sino ciertamente del enemigo, de aquel a quien vosotros mismos hacéis tan poderoso, por quien vais a la guerra, por quien vais a la muerte." Étienne de La Boétie, “Discurso de la servidumbre voluntaria”, 1549).

Hoy quiero invitarlos a reflexionar sobre un asunto que, si bien data desde que la humanidad existe, hoy tiene unos matices bastantes perversos, a saber, el de la servidumbre voluntaria en una era de la promoción de la autoexplotación. En 1549, Étienne de La Boétie en su obra titulada “Discurso de la servidumbre voluntaria” planteó una pregunta bastante inquietante: ¿por qué los pueblos se someten voluntariamente a la tiranía? Su respuesta, que resuena a través de los siglos, fue que la servidumbre no se impone únicamente por la fuerza, sino que se cultiva a través de la costumbre, el miedo y la complacencia. En este siglo, esta reflexión adquiere una nueva dimensión, ya que la servidumbre voluntaria se manifiesta en formas sutiles y sofisticadas, especialmente en la moda del hombre que se explota así mismo.

La Boétie argumentaba que la tiranía sólo puede sostenerse mediante la complicidad de los súbditos, quienes deciden renunciar a su libertad a cambio de seguridad, estabilidad y comodidad. En la actualidad, esta “gente” de la que hablaba el autor somos nosotros mismos, y el “tirano” es nuestro propio deseo de éxito y reconocimiento, transparentado en una existencia de la exhibición permanente de lo que hacemos, decimos, comemos, visitamos, etcétera. Ya nadie tiene que violar nuestra intimidad, puesto que hemos decidido exponerla voluntariamente y gratuitamente en redes sociales.

"Es, pues, la gente misma la que se permite, o mejor dicho, la que se hace ensartar, ya que con sólo que cesara de servir, se vería libre. Es el pueblo el que se somete y se corta el cuello; el que, pudiendo elegir entre ser siervo y ser libre, repudia la libertad y abraza la servidumbre." (La Boétie, Étienne de. Discurso de la servidumbre voluntaria, 1549).

La autoexplotación se manifiesta en esta obsesión por la productividad, la perfección, la buena apariencia ante el público y el rendimiento. Nos hemos convertido en esclavos de nuestras propias expectativas banales, trabajando incansablemente no para ser felices, sino para alcanzar metas inalcanzables impuestas por la agenda de moda del momento. Esta forma de servidumbre se nutre de una cultura del emprendimiento en solitario y el individualismo, que nos impulsa a convertirnos en “marcas personales” y a monetizar cada aspecto de nuestras miserables vidas.

"De ahí viene que los tiranos siempre hayan empleado todos sus esfuerzos en acostumbrar a los pueblos, no sólo a la obediencia y a la servidumbre, sino también a la devoción." (La Boétie, Étienne de. Discurso de la servidumbre voluntaria, 1549).

Como decíamos previamente, en la era digital, la autoexplotación se intensifica gracias al panóptico instalado por nosotros mismos, a saber, las redes sociales que nos permiten exponernos constantemente a la comparación y la competencia. Quienes están muy flojos de papeles, o sea, la mayoría de los usuarios, se sienten obligados a proyectar una imagen de perfección, de éxito y felicidad, lo que los lleva a trabajar aún más duro para mantener las apariencias.

"Los tiranos, para consolidar su poder, procuran que los hombres se embrutezcan y pierdan hasta el uso del juicio y la capacidad de quejarse." (La Boétie, Étienne de. Discurso de la servidumbre voluntaria, 1549).

Este tipo de servidumbre que se manifiesta en la necesidad de aparentar en las redes sociales es una clara forma de opresión sutil pero poderosa, digna de un análisis filosófico profundo. En ese espacio virtual, la identidad se convierte en una mercancía expuesta para la valoración de una legión de idiotas, un producto lastimosamente elaborado con mucho cuidado para obtener la validación de gente que realmente no conocemos. La búsqueda de “likes” y de seguidores comentando lo que hacemos, se termina convirtiendo en una adicción, una necesidad constante de reafirmación externa que nos aleja de nuestra propia autenticidad y de la gente de carne y hueso que nos acompañan a diario.

"El teatro, los juegos, las farsas, los espectáculos, los gladiadores, los animales extraños, las medallas, los cuadros y otras bagatelas eran para los pueblos antiguos los cebos de la servidumbre, el precio de su libertad, los instrumentos de la tiranía." (La Boétie, Étienne de. Discurso de la servidumbre voluntaria, 1549).

Esta dinámica, nos ha llevado a construir una fachada, una versión idealizada de nosotros mismos que rara vez coincide con la realidad. Así, nos convertimos en esclavos de nuestra propia imagen, atrapados en un bucle interminable de comparación y competencia banal. Esa presión de mantener las apariencias, nos obliga a vivir constantemente en alerta, ocultando nuestras “imperfecciones” y debilidades ante el ojo ajeno. En este teatro virtual, la honestidad y la vulnerabilidad se consideran debilidades, mientras que la estética dictaminada por la moda estúpida de turno se convierte en el único valor aceptado masivamente.

"No es creíble que un hombre solo pueda maltratar a una ciudad entera, si ésta no quiere; ni es posible que pueda oprimir a todo un pueblo, si éste no consiente en ser oprimido." (La Boétie, Étienne de. Discurso de la servidumbre voluntaria, 1549).

Ante esto, la filosofía puede ayudarnos a comprender esta forma de servidumbre, al analizar cómo la tecnología moldea nuestra percepción de la realidad y nuestra relación con nosotros mismos. Podemos cuestionar la ética de la cultura de la imagen, reflexionando sobre la responsabilidad que tienen los creadores de contenido y las plataformas de redes sociales. Además, la psicología social también nos brinda herramientas para comprender los efectos de la comparación y la validación extrema en nuestra autoestima y bienestar emocional. Al comprender los mecanismos de esta servidumbre, podemos empezar a liberarnos de sus cadenas e intentar recuperar nuestra autenticidad y dignidad.

"Los tiranos, cuanto más roban, más exigen; cuanto más arruinan y destruyen, más dan y favorecen; y cuanto más se debilitan y arruinan, más se fortalecen y hacen poderosos." (La Boétie, Étienne de. Discurso de la servidumbre voluntaria, 1549).

En términos estrictamente políticos, la servidumbre voluntaria se manifiesta en la apatía, la desconfianza injustificada y la falta de participación ciudadana. Cuando las personas abandonan su capacidad crítica y su responsabilidad cívica, abren la puerta a la manipulación y el abuso de poder sistemático. No es casual que la democracia, que en teoría se basa en la participación activa y consciente de los ciudadanos, se vea amenazada por la pasividad insoportable y la complacencia cómplice de una incontable lista de atropellos a los derechos y garantías de todos que se realizan a diario.

"Para los tiranos, el pueblo es un rebaño de ganado que hay que esquilar o degollar según convenga." (La Boétie, Étienne de. Discurso de la servidumbre voluntaria, 1549).

También, la servidumbre política se alimenta de otros factores como la desinformación y la propaganda, difundidas a través de los medios masivos de comunicación y redes sociales, los cuales distorsionan la realidad con la intención de manipular la opinión pública. El miedo a la inestabilidad y la incertidumbre nos lleva a aceptar líderes impresentables y autoritarios que prometen seguridad a cambio de libertad. Pues bien, esta polarización y división social diseñada con intenciones muy puntuales, no hacen otra cosa que debilitar nuestra capacidad de acción colectiva y de participación mancomunada al servicio de un bien común que parece haber quedado en desuso.

"La libertad es el único bien que los hombres no desean, porque si la desearan, la tendrían." (La Boétie, Étienne de. Discurso de la servidumbre voluntaria, 1549).

Este tipo de fenómenos acontecen en el marco de una globalización en la que la servidumbre política se intensifica por la complejidad de los problemas y la sensación de impotencia individual: los ciudadanos se sienten abrumados por la magnitud de los desafíos y renunciar a su capacidad de influencia ante la falta de transparencia de una clase dirigente totalmente corrompida que genera desconfianza en las institucional al mismo tiempo que desincentiva cualquier atisbo de participación cívica.

"El trabajo es el instrumento de la vida, no su fin." (La Boétie, Étienne de. Discurso de la servidumbre voluntaria, 1549).

Dicho esto, es necesario aclarar que esta servidumbre política no es inevitable. La educación cívica de calidad, el acceso irrestricto a la información veraz y la promoción del pensamiento crítico son herramientas fundamentales para fortalecer a la democracia. La participación activa en organizaciones sociales no corrompidas por los punteros de la política, el ejercicio del derecho a votar y la defensa permanente de los derechos humanos son simplemente algunas formas de resistencia contra esta servidumbre abúlica imperante.

"La costumbre es la nodriza de la servidumbre." (La Boétie, Étienne de. Discurso de la servidumbre voluntaria, 1549).

La filosofía política nos invita a reflexionar sobre la naturaleza del poder y la responsabilidad que tenemos todos los ciudadanos, recordándonos que la democracia no es un regalo, sino una conquista que requiere vigilancia y participación constante, sin confundir por “participación” el estar militando en un espacio político con el único fin de conseguir un cargo en el Estado, lugar en el que estaremos atornillados toda la vida. No, se trata de cultivar mediante los majestuosos pero inútiles sistemas educativos una conciencia crítica para fortalecer nuestra capacidad de acción colectiva, para así resistir la servidumbre que aplaude la ilegalidad y construir una sociedad más justa y libre.

Por último, es también pertinente analizar el vínculo entre la servidumbre voluntaria en el laberinto del mundo laboral, haciéndonos la siguiente pregunta: ¿cuál es el verdadero fin del trabajo? Más allá de la disponibilidad constante y la hiperconexión que mencionamos previamente, la servidumbre en este aspecto laboral se manifiesta en la aceptación tácita de un paradigma donde el trabajo se convierte en un fin en sí mismo, en lugar de un medio para alcanzar una vida digna. Esta distorsión del propósito laboral se alimenta de una serie de factores que anestesian nuestra capacidad de pensar y nos convierten en cómplices de nuestra propia opresión.

"La libertad es el único bien que los hombres no desean, porque si la desearan, la tendrían." (La Boétie, Étienne de. Discurso de la servidumbre voluntaria, 1549).

La sociedad posmoderna nos inculca la idea de que el valor de una persona se mide por la cantidad de dinero que gana y la calidad de los bienes y servicios que consume. Nos hemos convertido en esclavos de nuestras propias ambiciones, sacrificando nuestro tiempo, salud y bienestar en aras de ascender en la escala corporativa o alcanzar el reconocimiento público. Esta búsqueda hueca e incesante de validación nos aleja de nuestra propia esencia y nos impide cuestionar la verdadera finalidad del trabajo en sí.

"Resolvamos no servir más y estaremos libres." (La Boétie, Étienne de. Discurso de la servidumbre voluntaria, 1549).

Como bien señaló el gran La Boétie, la servidumbre se sostiene gracias a la costumbre y la complacencia. Nos hemos acostumbrado a largas jornadas laborales, a llevarnos trabajo a casa, a la presión constante y a la falta de equilibrio entre oficio y vida personal. Tristemente, hemos aceptado estas condiciones como inevitables, sin cuestionar si realmente contribuyen a nuestro bienestar y al de la sociedad en su conjunto.

En este aspecto particular, la filosofía nos invita a reflexionar sobre el verdadero significado del trabajo. ¿Es simplemente un medio para obtener ingresos y consumir bienes y servicios? ¿O debería ser una actividad que nos permita desarrollar nuestro potencial, contribuir al bien común y encontrar sentido a nuestra existencia? Pese a estas preguntas, las cuales carecen de interés para la gran mayoría, la sociedad actual ha convertido el trabajo en una forma de servidumbre legalizada, donde los individuos se someten a condiciones laborales alienantes y explotadoras a cambio de la ilusión de seguridad y reconocimiento. Esta forma de servidumbre se gesta de una cultura del consumismo y el individualismo que nos interpela a buscar la satisfacción material y el éxito personal a cualquier costo.

"Determinémonos a no servir más, y he aquí que somos libres. No quiero que ataquéis al tirano, sino que dejéis de sostenerlo." (La Boétie, Étienne de. Discurso de la servidumbre voluntaria, 1549).

Para liberarnos de esta servidumbre, debemos cuestionar el paradigma dominante y recuperar el verdadero sentido del trabajo. Debemos exigir condiciones laborales más justas y humanas, que nos permitan conciliar el esfuerzo laboral con el desarrollo de una vida personal sin abandonar la pretensión de desarrollar nuestro potencial. Por esto, es preciso recordar que el trabajo no es otra cosa que un medio para alcanzar una vida plena, no un fin en sí mismo. Ya que vivimos en una época en la que se pregona tanto "la libertad", retomar el pensamiento de La Boétie nos permite comprender que dicha libertad no se mendiga ni se consigue poniéndose debajo de una cascada que la derrama, sino que se conquista. No se trata aquí de derrocar a un tirano externo, que lo hay, sino de liberarnos del tirano interno que nos impide vivir plenamente, es decir, pensar por nosotros mismos y actuar en consecuencia.

La reflexión que La Boétie nos regala sirve para cuestionar nuestras propias decisiones y a resistir estas nuevas formas de opresión, tanto aquellas que son evidentes como las encubiertas. En esta era de autoexplotación, debemos recuperar nuestra autonomía y establecer límites saludables entre trabajo, tiempo libre, tiempo en soledad y tiempo con las personas que decimos apreciar en redes sociales. Para ello, debemos recordar que la verdadera libertad no se encuentra en la búsqueda incesante de la aprobación virtual de otros usuarios, también entendida como “éxito”, sino en la capacidad de vivir una vida realmente plena y significativa.

Comenzar este camino de liberación de la servidumbre voluntaria no es tarea fácil, pero debemos al menos intentar cultivar la conciencia crítica y la solidaridad, cuestionando las modas y las leyes caprichosas, como también las expectativas que nos condicionan mientras construimos una sociedad que valore sinceramente el bienestar común y la justicia por encima del rendimiento, la apariencia y el consumo.







ResponderReenviar


viernes, 7 de marzo de 2025

 

Por Narciso Isa Conde
Diario Azua / 07 marzo 2025.-


Frente a la agresiva decadencia del imperialismo occidental, ya en proceso de división, ha venido conformándose una confluencia de actores político-sociales con un denominador común: autodeterminación y luchas por la soberanía desde una gran diversidad política-ideológica y variadas cosmovisiones.

En ese torrente juegan roles relevantes Rusia, China e Irán en campo de las contradicciones inter-estatales. Igual los BRICS como conjunto.

En ese contexto a las izquierdas transformadoras le corresponde un rol muy importante, partiendo que confluir en esa dirección con esos Estados, no debe implicar subordinarse a ellos,

La convergencia, incluso las alianzas tácticas, por ejemplo, con súper potencias como CHINA o la FEDERACIÓN RUSA, hostilizadas por las grandes potencias occidentales, no necesariamente significa identificarse y someterse desde las izquierdas revolucionaria y estados soberanos del llamado “tercer mundo”, a sus respectivas políticas de Estados e intereses de gran potencia.

Mucho menos exige asumir la defensa de las bases capitalistas en que se sustentan los regímenes económico-sociales de ambas súper naciones: totalmente en el caso de Rusia (aunque con la tradición de la URSS y del PCUS detrás de las orejas); y China parcialmente (con sus dos sistemas en coexistencia y en disputa, y el Partido Comunista gobernando).

Putin es una especie de Zar Moderno, con un paquete de ideas conservadoras, pero con el valioso mérito, el talento, las convicciones y el hábil accionar que le ha posibilitado, desde el nacionalismo de gran potencia, conducir las fuerzas que le han permitido a Rusia derrotar el intento del sistema imperialista occidental, encabezado por EEUU, de dominarla (post derrumbe del socialismo estatal) y enfrentar exitosamente sus pretensiones de cercarla, asaltarla y desintegrarla.

Incluso Putin fue de los dirigentes que optó contra la URSS y respaldó la restauración capitalista en las repúblicas que la integraron.

Putin no es socialista, no es comunista, no es de izquierda,

Su postura no es para hacerse ilusiones revolucionarias, pero tampoco para no entender que esa gran potencia, coyunturalmente, ha sido –y puede seguir siendo- un factor para vencer o debilitar sustancialmente el dominio centenario del imperialismo occidental y su decadente civilización burguesa; algo de extraordinaria importancia para abrirle nuevos cauces a lucha por la soberanía, la libertad y el socialismo

Vale la cautela frente al curso del proceso en China y su rol como superpotencia mundial, exportadora de capital y con tendencia a la primacía en el mercado mundial. Pero procede la solidaridad mutua frente a la agresividad imperialista estadounidense y sus nefastos designios a escala mundial, antes de Trump y ahora con Trump.

También vale respecto al régimen de Irán, sin dejar de valorar su papel antiimperialista de primer orden en el Oriente Medio y en el mundo islámico, sin dejar de saludar su inmenso respaldo a la causa Palestina, a Venezuela, a Cuba…

En esta situación mundial es necesario confluir tácticamente con ese arcoíris político social diverso, con todo el torrente contrario al sistema imperialista que por siglos ha dominado a África, Asia y Nuestra América.

Pero debe hacerse sin aceptar centros hegemónicos, sin seguidismos, sin dependencias. Con autodeterminación de las fuerzas revolucionarias (anticapitalistas, socialistas, comunistas e incluso de la teología de la liberación y los pueblos que también libramos esta lucha trascendente.

Rusia se ha visto forzada a enfrentarse militarmente a las fuerzas del occidente imperialista, después de iniciada la guerra en Europa Oriental por la OTAN en territorio ucraniano en el 2014 y de confirmarse el plan de esa poderosa alianza militar, dominada por el Pentágono, de haber sido desplegada una intensa hostilidad de Europa Occidental contra Rusia, y evidenciarse la determinación de cercarla y usar a Ucrania, con el nazi-fascista Zelenski al frente, como escenario y factor de guerra en su contra.

La decisión de desplazar tropas rusas bajo el mando de Putin a Ucrania fue eminentemente defensiva.

Irán, por igual, se ha visto forzada como nación a respaldar militarmente a la resistencia palestina, algo de extraordinario valor antiimperialista, amén de las agresiones sufridas.

En esta confrontación es claro que ni China, ni Irán, ni Rusia son equiparables a EE. UU. y a la Unión Europea.

Ni tampoco la intervención militar de Rusia en Ucrania debe compararse con la intervención militar soviética y del Pacto de Varsovia contra la renovación del socialismo en Checoslovaquia.

Todas las guerras son dolorosas, toda invasión a otro país debería evitarse.

Pero no siempre es posible evadir, sin costos mayores, ciertas guerras desatadas por otros, o evitar respuestas militares provocadas por agresiones mayores de los adversarios, como es el plan instrumentado desde la OTAN contra Rusia.

Putin es, a mi entender, lo que sinceramente he dicho, pero en esta confrontación es incomparable con Zelenski y con el propio TRUMP.

Rusia merece triunfar en esa pelea y está triunfando. Eso es lo justo y lo necesario.

El régimen de Zelensky y la agresión de la OTAN, primero con el concurso de EE. UU. y ahora sin él, casi derrotado, merecen ser derrotados – y lo están siendo- en ese capítulo fallido de la ya debilitada guerra global infinita emprendida por EE. UU. con el concurso de la Unión Europea, Israel y todos los miembros de la OTAN.

Esto favorece a las izquierdas continentales y mundiales, en tanto tiende a establecerse con más firmeza una multipolaridad mundial con un imperialismo occidental semi derrotado y EE. UU. más debilitado.

Esto lo digo porque me parece necesario hacerlo de cara al país y al mundo.

Pero también porque entiendo inoportuno y erróneo el enfoque de este tema expuesto por el compañero Manuel Salazar, Secretario General del Partido Comunista del trabajo-PCT, en su artículo titulado: “NO DEBE HABER CONFUSIÓN: NI TRUMP, NI ZELENSKY, NI PUTIN”

Posiciones no idénticas, pero parecidas, han sido también lamentablemente asumidas por varios grupos de filiación trotskistas aquí y en el exterior.

Es importante reflexionar a fondo sobre estos, corregir equívocos y valorar la trascendencia de ese torrente diverso que ya está debilitando un sistema de dominación que le ha acarreado tantos males a una gran parte de la humanidad y a nuestro planeta, hasta poner en riesgo su existencia.

 

Emilia Santos Frias
Diario Azua / 07 marzo 2025.-

Gracias a la oración y a nuestras buenas acciones, nos mantenemos en contacto con el Creador. Ella tiene poder. Además de comunicarnos con Dios, permite que recibamos su amor, guía y respuestas a cada plegaria, siempre que nos conduzcamos conforme sus disposiciones.

Es necesario orar con fe. Es un principio que se expresa al elevar nuestras peticiones, desde la sinceridad de la mente, alma y corazón. Sencillamente, es conversar con Dios, ser su amiga, amigo; creerle. Él, al examinar la franqueza, suple las urgencias materiales y espirituales.

Orar es mantener una relación de confianza en Dios. Así a él le agrada que sea nuestro comportamiento o forma de actuar en la vida, consigo mismos y con los semejantes. Cuando oramos, el Padre Creador actúa conforme su voluntad. Todo el que ora siente su presencia. ¡Hagamos de ella un hábito!, hay que persistir en la oración.

El manual de vida: la Biblia, nos indica el poder de la oración y como Dios se manifiesta con quien le cree desde la verdad. Además, nos muestra a grandes discípulos que, agotados, como muchas veces estamos nosotros, oraron y fueron escuchados; obtuvieron con la oración, beneficios colectivos para sus pueblos. Asimismo, agradecieron en tiempo de prosperidad.

Moisés, Aarón, Samuel, Elías, Daniel, David, Isaac, Pedro, Sara, Miriam, Rajab, Débora, Rut, Ana, Ester, Priscila, María, Jesús..., son solo algunos ejemplos de hombres y mujeres que oraron, y con quienes Dios hizo cumplir sus propósitos. iTe invito conocer sus historias.

“Él oró con fervor para que no lloviera, y no llovió sobre la tierra durante tres años y medio. Volvió a orar, y el cielo dio su lluvia, y la tierra produjo sus frutos”. Es que Dios siempre escucha cuando se le solicita desde el amor.

"Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo". Dice Juan 14:13-14. La oración realizada desde la seguridad en Dios, trae salud, y hace que él de ejemplos de milagros. Soy un testimonio viviente de que es totalmente así. En varias ocasiones, casi al desfallecer, solo teniéndolo a él como soporte, imploré ayuda ante necesidades de salud, familiar, económicas, profesionales..., y el Padre hizo la obra en mí.

Me ha dado nuevas oportunidades, permitiéndome renacer en cada una de ellas, guiándome al camino de la verdad. ¡Gracias, Señor! “... y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz. Afirmación encontrada en Santiago 5:16.

Por eso, debemos hacer caso a la exhortación de Mateo 7:7, “pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá”. Sin desmayar sigamos orando, este acto nos lleva a la salvación. ¡Hay poder en el que vive y reina!

En tristeza y angustias, ora con fe. En tiempo de júbilo agradece y continúa orando. Dios es fiel a quien le cree. Sigue fortaleciendo tu relación con el Padre, sin adocenamiento ni fanatismo, solo firme. Habla de sus bondades y regalos en ti. Ora cada día, agradece por igual. Prosigue ampliando lazos de amor y de confianza con tu Creador.

Hasta la próxima entrega.

La autora reside en Santo Domingo
Es educadora, periodista, abogada y locutora.

domingo, 2 de marzo de 2025

 

Por Janet Báez
Diario Azua / 2 marzo 2025.-

Estimado Presidente Abinader y al sistema de salud,

Hoy me dirijo a ustedes no solo como una ciudadana preocupada, sino como defensora de la vida y la salud de nuestro país que enfrentan el cáncer. La realidad que viven los pacientes oncológicos en nuestro país es alarmante y requiere nuestra atención inmediata.

La rapidez en el diagnóstico y tratamiento del cáncer no es solo una cuestión médica; es una cuestión de humanidad. Sabemos que cada día cuenta en la lucha contra esta enfermedad.

La implementación de nuevos tratamientos ha demostrado ser una herramienta invaluable que puede ofrecer diagnósticos precisos y oportunos, pero debemos ir más allá.

Es imperativo que todos los actores involucrados desde el gobierno hasta el sistema de salud, incluyendo Sirsasil ARS y las farmacéuticas trabajen juntos en un esfuerzo coordinado.

En este momento, no contamos con un censo nacional de pacientes con cáncer, lo cual dificulta la identificación de necesidades específicas y la asignación adecuada de recursos. Sin este censo, el gobierno no puede implementar políticas públicas efectivas dirigidas a este sector vulnerable, ya que desconoce el número real de pacientes oncológicos y sus circunstancias.

Además, el acceso a tratamientos es limitado; actualmente solo hay tres tipos de fármacos disponibles, y no todos los casos son elegibles para recibir estos medicamentos. Esta situación crea un vacío crítico en la atención que se les brinda a los pacientes, quienes merecen opciones adecuadas y efectivas para su tratamiento.

Sirsasil debe incluir en su cobertura la firma tipificada del tipo de tumor, lo que permitirá identificar cómo responderá cada medicamento específico para el paciente. Esto implica llevar a cabo un estudio de factibilidad que realmente aborde las necesidades del paciente.

Con esta metodología, conocida como cobertura, firma económica o plataforma predictiva, se puede optimizar el uso de recursos económicos y temporales, lo que resulta en un ahorro significativo que puede destinarse al mismo tratamiento del paciente.

Es fundamental avanzar hacia una medicina personalizada donde cada tratamiento se adapte a las características únicas del tumor y del paciente. Sin embargo, actualmente existen tratamientos innovadores que mejoran la calidad de vida de los pacientes, pero que no están cubiertos por las ARS. Esto limita drásticamente las opciones disponibles para quienes más lo necesitan.

Es importante crear un censo nacional que refleje la situación actual de los pacientes oncológicos en nuestro país. Este censo no solo proporcionará datos cruciales sobre el número de pacientes que requieren atención, sino que también permitirá identificar áreas críticas que necesitan mejoras. Con esta información, podremos optimizar la distribución de recursos, asegurar el acceso a tratamientos innovadores y crear políticas públicas efectivas.

Los tiempos de espera para diagnósticos deben ser reducidos drásticamente. Cada mes que pasa sin un diagnóstico preciso puede significar una vida perdida. Es fundamental establecer protocolos claros que aceleren el proceso diagnóstico y fortalezcan la comunicación entre todas las partes involucradas. Los pacientes merecen recibir atención oportuna y eficaz, sin importar su situación geográfica o económica.

Hago un llamado a la colaboración entre el sector público y privado para abordar este tema con urgencia. El intercambio de datos entre centros es clave para establecer políticas públicas efectivas.

Es hora de poner al paciente en el centro de nuestras decisiones. Juntos podemos transformar el sistema de salud en uno más justo y equitativo, donde cada vida cuenta y cada día importa.

Esperamos su compromiso con esta causa vital.

La autora es comunicadora social, gremialista del CDP, SNTP y Cipesa ‎

 

«La tierra está llena de ruinas, de imperios que creyeron que durarían para siempre». Percy Shelley

Por  Agustín Perozo Barinas
Diario Azua / 2 marzo 2025.-

Muchos que nunca han manipulado un arma de fuego, mucho menos en combate, tampoco un arma blanca en circunstancias similares, se emocionan viendo películas violentas (guerra, mafia, narco, etc.) La cruda realidad, obviamente, es otra.

Hay una trágica historia de una lucha cuerpo a cuerpo en noviembre del 2024 entre un soldado ruso, Andrei Grigoriev y un soldado ucraniano, Dmytro Maslovsky. Dmytro tenía solo 30 años. Andrei, 38.

A principios de enero del 2025, imágenes sangrientas de la cámara corporal de Dmytro se difundieron por la Internet. El video lo muestra acercándose a una casa particular con una ametralladora. En algún momento surgen disparos desde el edificio. Entonces aparece el soldado ruso, Andrei, y se enzarzan en una lucha cuerpo a cuerpo.

Dmytro termina mortalmente apuñalado y en el video se escucha cómo, antes de morir, se dirige por última vez a su madre: “Mamá, adiós”, y le pide a Andrei dejarlo morir en paz, solo...

"No pude ver el video por mí mismo. Me hace sentir mal cuando trato de recordar lo que pasó", dijo Andrei cuando supo sobre el video. “Tengo miedo de que las madres vean este video, no quiero que se comparta más. Por favor, no lo vuelvan a publicar en sus historias”.

Para los desorejados, así es la guerra: brutal, despiadada. Y un garrote no acaricia.

Continuemos con historia básica: con la Doctrina Monroe, la cual fue una postura de política exterior de los Estados Unidos que se oponía al colonialismo europeo en el hemisferio occidental. Sostenía que cualquier intervención en los asuntos políticos de las Américas por parte de potencias extranjeras era un acto potencialmente hostil contra los Estados Unidos. El presidente James Monroe articuló por primera vez la doctrina en 1823 aunque no llevaría su nombre hasta 1850.


No fue hasta mediados del siglo XX que la doctrina se convirtió en un componente clave de la estrategia estadounidense. Noam Chomsky sostuvo que en la práctica la Doctrina Monroe ha sido utilizada por el gobierno estadounidense como una declaración de hegemonía y un derecho de intervención unilateral sobre las Américas.

Luego surgió la política del Big Stick del presidente estadounidense Theodore Roosevelt: «Habla suavemente y lleva un gran garrote, así llegarás lejos» («Speak softly and carry a big stick, you will go far»).

La doctrina del garrote actualmente es de mucho mayor alcance. Pero tienen en común ese proverbio, que aunque Roosevelt afirmaba era de África occidental, hay poca evidencia de ello. Henry Kissinger, como Secretario de Estado de los Estados Unidos, resumió el concepto de la siguiente manera: "Un portaaviones es igual a 100,000 toneladas de diplomacia".

La doctrina del garrote puede aplicarse en ámbitos empresariales, deportivos, sentimentales, políticos, etc. «El poder es para usarlo», reza un viejo dicho y poder es fuerza. Rusia aplicó el garrote a Ucrania, Israel en Gaza, China podría en Taiwan, los Estados Unidos podría en Venezuela; siendo estos dos últimos ejemplos hipotéticos. Pero todos estos ejemplos tienen algo en común: intereses... geopolíticos, materias primas (minería, hidrocarburos), rutas marítimas, expansión hacia nuevos mercados, recursos marítimos, recursos energéticos, etc.

Un demagogo criollo expresó: “Esa es una de las frases más detestables que ha existido y que han practicado; no señor, el poder no es para usarse, el poder es para administrarse a favor de la gente”. Ese tipo de declaraciones nos recuerda a un comediante entregando lo mejor de sí en el escenario para hacernos reír a carcajadas.

La doctrina del garrote es un último recurso, pero ya en curso es una fuerza formidable desencadenada: Hiroshima, Nagasaki, Desdén, Hanoi...

La historia nos ha enseñado que los acuerdos tienen una vida útil. Todo tipo de acuerdo es temporal. Un tranque o ruptura de acuerdos es más traumático y de mayor alcance en la política entre poderes hegemónicos. Sin embargo, luego del garrote, apostamos a la negociación y al entendimiento, mientras dure.

La doctrina del garrote en ocasiones se aplica para "ablandar" y no destruir al receptor: amenazas, coerciones, bloqueos. Si la fortaleza de nuestro adversario nos debilita, se intenta revertirlo con el garrote. Hay negociaciones que no llevan a ningún lado o son, más bien, jugadas cosméticas. Los gazatíes proclaman que "no olvidarán ni perdonarán". Los ucranianos, con cientos de miles de muertos, con muchas infraestructuras comprometidas y la pérdida de al menos un 20% de su territorio, tampoco olvidarán al corto plazo.

Hamás atacó sorpresivamente a Israel en el 2023 y recibió una respuesta desproporcionada del garrote judío. Ucrania insistía, por soberanía y seguridad, entrar en la OTAN, convenientemente para la Unión Europea, por los inmensos recursos ucranianos, pero un riesgo para los intereses rusos y, de nuevo, el garrote ruso.

En un planeta convulsionado, la gente de los países del Tercer Mundo está emigrando con mayor intensidad hacia los países desarrollados. La inmigración es necesaria en cualidades y calidades, siguiendo las cuotas permitidas de inmigrantes por cada país receptor. Cuando esto se desborda, la doctrina del garrote se aplica con deportaciones y sanciones a empleadores. Las deportaciones son a veces desgarradoras, ya que implica separar familias o expulsar gente con arraigo ya establecido. Pero el garrote es insensible.

Con el narcotráfico será siendo un relato sin fin, con garrote o sin él, mientras la demanda se mantenga alta y deba suplirse. Entre democracias liberales, medidas draconianas contra este flagelo es impensable. Además, el consumo de drogas va a la par con la anulación del pensamiento crítico. El entretenimiento, la avaricia, la vanidad y el consumismo son los dioses modernos. En esa esfera las drogas encuentran tierra fértil.

Dentro del radicalismo, fundamentalismo, fanatismo y extremismo religioso o ideológico, la doctrina del garrote se manifiesta en acciones terroristas: golpe de efecto. Las más de las veces teniendo gente inocente como víctimas. El garrote se desempeña mejor entre enfrentamientos militares, no entre civiles.

La República Popular China muestra una expansión descomunal en el comercio, en la producción de bienes, en lo militar, en la tecnología, en las finanzas, en lo espacial, en la aeronáutica, en fin, casi en todo giro, y ya es un gran desafío para la hegemonía e intereses estadounidenses en todo el mundo. ¿Habría acuerdos de cooperación más amplios con los chinos como negocian los estadounidenses con los rusos al presente?

La doctrina del garrote no encaja en un mundo democrático donde debería tener peso, para todos, sin excepciones, el imperio de la ley y un régimen de consecuencias dentro de un Estado de derecho. Lo lamentable es que ese mundo democrático, como el comunismo puro y simple, también se encuentra en una dimensión utópica. Es muy bonito soñarlos, pero la realidad nos pega fuerte: el ser humano no está ni en una cosa ni en la otra. Curiosamente, los movimientos con ideologías fascistas van ganando terreno. Una derecha no reinventada, donde la doctrina del garrote sí tiene un potencial formidable de implementación: o por las buenas, o por las malas.

En el constante desarrollo de la tecnología, la temida inteligencia artificial, la robótica, ¿estarán siendo programadas para aplicar el garrote en algún momento de su tecno-evolución contra todo aquello que afecte sus intereses? Incluidos nosotros, los humanos.

El garrote impone los acuerdos y mantiene la vigencia de los mismos cuando la concertación, la diplomacia, el diálogo, el consenso, se tornan inútiles. La Unión Europea, que parece que ya cumplió su rol histórico como cuna de la civilización occidental y de sus instituciones, está despertando a una realidad que no es "civilizada" pero necesaria ante la expansión de otros poderes, como Rusia o China. Es la realidad de la doctrina del garrote. El fuerte no respetará acuerdos con el débil cuando no convenga. ¿Qué pasó con el acuerdo Protocolo de Minsk del 2014 y la eventual "operación militar especial" de Rusia en Ucrania en el 2022?

Los acuerdos son quebradizos, el garrote no. Acuerdos arancelarios, acuerdos fronterizos, acuerdos de paz y cooperación, acuerdos marítimos... hay de todo tipo. El jugador con el mayor garrote determina unilateralmente la vigencia y la contractualidad de los mismos (nada que ver con contractualismo, que es la teoría política y ética que sostiene que las normas sociales y políticas se basan en el consentimiento de las personas).

Ejemplos sonados, sin orden cronológico, de garrotazos en la historia contemporánea, unos lo dieron, otros lo recibieron:

Adolf Hitler (murió) 1945
Fidel Castro (tomó el poder) 1959
Benito Mussolini (murió) 1945
Muammar al-Gaddafi (murió) 2011
Francisco Franco (tomó el poder) 1936
Augusto Pinochet (tomó el poder) 1973
Rafael Trujillo (murió) 1961
John F. Kennedy (murió) 1963
Donald Trump (retomó el poder) 2025
Mao Tse-Tung (tomó el poder) 1949
Hugo Chávez (tomó el poder) 1999

En un conflicto resolutivo, la doctrina del garrote es ventajosa para el que ostenta el poder, la fuerza y los recursos de dominio. Pero si el adversario presenta los mismos niveles de determinación, empuje y fortaleza, podría todo concluir como en la película de ciencia ficción 'WarGames' donde una guerra termonuclear global sería como el juego tres en raya, en el sentido de que si todas las partes participan en el uso a gran escala de sus arsenales con las estrategias más efectivas posibles, ninguna de las partes ganará realmente: Alea acta est!

Autor del libro sociopolítico La Tríada II en Librería Cuesta.


Por Lisandro Prieto Femenía
Diario Azua / 2 marzo 2025.-

“La donación de órganos es el mayor acto de generosidad, solidaridad y amor que una persona puede hacer hacia los demás”. Juan Pablo II

Hoy quiero invitarlos a reflexionar sobre un asunto que considero urgente, necesario y placentero pensar, a saber, que en el núcleo de una cultura del espectáculo que nos bombardea con la banalidad de superhéroes llenos de Botox y trajes ajustados, los verdaderos titanes de la humanidad yacen en el completo anonimato cotidiano. Particularmente, nos vamos a centrar en los donantes de órganos, seres que, en un acto de suprema generosidad, desafían la sombra de la muerte y extienden el hilo de la vida.

La filosofía, esa búsqueda incansable de sentido, nos convoca a contemplar la fragilidad de nuestra existencia, la danza inevitable entre la vida y la muerte, el sentido y el abismo de la nada. Sin embargo, en el acto de la donación de órganos, se abre una grieta en esas dualidades, un puente que conecta dos mundos. Un corazón que cesa su latido puede insuflar esperanza en otro pecho, unos pulmones que se apagan puede llenar de aliento un futuro incierto. La donación es un desafío magistral y sublime a la caducidad, un legado que trasciende la efímera naturaleza de nuestra carne en una finitud decretada de antemano.

Asimismo, es interesante acudir al cuestionamiento de nuestra relación con el cuerpo, a trascender el egoísmo y a reconocer nuestra interdependencia desde un punto de vista positivo. No se trata de una simple exhortación moral, sino que encierra una profunda reflexión ontológica y ética. En primer lugar, la relación que mantenemos con nuestro cuerpo, tal como la concibe la sociedad contemporánea occidental, se asemeja a una relación de posesión, donde el cuerpo se convierte en un objeto de consumo, susceptible de ser moldeado, modificado o castigado según los dictados de la moda y la publicidad.

Sin embargo, la donación de órganos nos obliga a replantear esta visión instrumental del cuerpo, a considerar que un cuerpo no es un simple receptáculo de la conciencia, sino una parte intrínseca de nuestra identidad, un vehículo de la vida que puede prolongarse más allá de la muerte. En este sentido, podemos recordar la distinción platónica entre cuerpo y alma, no para perpetuar una visión dualista, sino para subrayar la necesidad de trascender su mera materialidad y reconocer su potencial para la trascendencia.

En segundo lugar, la postmodernidad marcada por el individualismo exacerbado, nos impulsa a centrarnos en nuestros propios intereses, relegando al otro a un segundo plano. A pesar de ello, la donación es, en su esencia, un acto de altruismo radical, una renuncia al egoísmo en favor del bienestar del otro. Al respecto, recordemos también la ética kantiana, que nos indica que debemos tratar a la humanidad, tanto en nuestra propia persona como en la persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como un fin y nunca simplemente como un medio. En pocas palabras, querido lector, lo que queremos indicar es que la donación de órganos, al salvar una vida, reconoce la dignidad intrínseca de la persona humana, su valor como fin en sí mismo y no como cosa útil.

En tercer y último lugar, en lo que respecta a los lineamientos filosóficos que venimos enumerando, la donación nos revela la profunda interdependencia que caracteriza la existencia humana. Cuando Aristóteles sostuvo que somos “animales políticos”, ilustraba nuestro ser social, cuya realización depende de la comunidad toda. La donación nos recuerda que formamos parte de una red de vida, donde cada uno de nosotros depende de los demás, donde nuestras acciones tienen un impacto real en el mundo que nos rodea: al reconocer esta interdependencia, superamos la ilusión patética de la autonomía individual y egoísta, mientras que nos conectamos con la humanidad que hay en nosotros y en los demás. En definitiva, la donación es un acto de responsabilidad social, una preciosa forma de contribuir al bienestar de la comunidad, de participar en un acto de solidaridad suprema que salva vidas y brinda esperanza. La filosofía, en su búsqueda permanente de sentido, nos indica que somos ciudadanos del mundo, con la responsabilidad de cuidar de los demás, de construir un futuro donde la vida prevalezca sobre la muerte y la generosidad triunfe sobre el egoísmo.

A pesar de los avances científicos y médicos, como también la creciente conciencia en los ciudadanos, el individualismo propio de una sociedad rota está proyectando una sombra oscura. Según los datos que ofrece la Organización Mundial de la Salud (OMS), miles de personas mueren cada año esperando un trasplante. Solamente en Estados Unidos, se estima que por día fallecen 17 personas que se encuentran en la lista de espera. Ante esta cruda realidad, que a algunos nos interpela, cabe preguntarse: ¿qué miedos y prejuicios nos impiden abrazar la generosidad? ¿Por qué persiste el individualismo?

Al respecto, Emmanuel Lévinas en su obra “Totalidad e Infinito”, nos presenta una ética que se fundamenta en la primacía del Otro. Para él, el “otro” no es un objeto que podemos conocer y dominar, sino un sujeto trascendente que nos interpela, que nos exige una respuesta. El rostro del Otro, en particular, su mirada, es el lugar donde se manifiesta esta trascendencia, donde se revela la alteridad radical. Esta interpelación nos exige una responsabilidad, que el autor define como infinita, es decir, que va más allá de cualquier obligación contractual o legal. Se trata de una responsabilidad que surge de la vulnerabilidad del otro, de su fragilidad, de su necesidad y sufrimiento que nos convoca, casi que nos obliga.

En el marco de la donación de órganos, la lectura de Lévinas nos invita a pensar sobre la responsabilidad que tenemos ante aquellos que esperan un trasplante: el rostro del enfermo, marcado por el sufrimiento y la esperanza, nos tiene que movilizar y exigir una respuesta. Justamente por ello, sostenemos que la donación de órganos se convierte entonces no en un gesto caritativo, sino un acto de responsabilidad infinita, un darse ante la vulnerabilidad del Otro que algún día podemos ser nosotros, o alguien que amamos mucho. Desde esta perspectiva, esa responsabilidad ante ese Otro, es debería ser imposible de eludir: no podemos cerrar los ojos ante el sufrimiento ajeno, no podemos ignorar esa “llamada del Otro”, y en ese sentido la donación pasa a ser un acto de valentía que nos enfrenta a nuestra propia fragilidad y que nos permite trascender el egoísmo del egocentrismo cruel en tanto que banal.

Por si no ha quedado claro hasta ahora, lo voy a plantear en términos muy sencillos: la donación no es un mero acto médico, sino un gesto de amor que logra trascender la muerte mientras que inyecta nueva vida en quien la necesita. Cuando una persona recibe un corazón, no sigue viviendo, sino que nace de nuevo con un manto de esperanza que revela cuán poderoso es el amor de los seres humanos. Cuando un padre que ha perdido a su pequeño, decide aceptar la donación para que su hijo salve a otros pequeños, recibe un consuelo poderosísimo en medio de su dolor, que es saber que su legado sigue vivo en cada personita que recibió parte de él.

En este asunto, la ética es fundamental, puesto que se trata de un faro que guía nuestras acciones, se enfrenta a dilemas complejos en el marco de la donación. ¿Cómo equilibrar la autonomía del donante con la necesidad del receptor? ¿Qué papel juegan las familias en la toma de decisiones? ¿Cómo garantizar la equidad y la justicia en la distribución de las donaciones?

Por su parte, la ética tomista, centrada en la caridad y el bien común, nos ofrece una perspectiva profunda sobre el asunto que hoy nos convoca. Santo Tomás, en su monumental “Suma Teológica”, indica que el amor al prójimo es un mandato divino, y que la donación, como acto de caridad, nos acerca a Dios. Al donar, estamos expresando el amor, la compasión, el deseo de ayudar a otro, de aliviar su sufrimiento. Además, se trata de un acto que contribuye significativamente al bien común, al salvar vidas y a mejorar la calidad de vida de las personas. En definitiva, Santo Tomás nos enseña que el bienestar de la comunidad es fundamental, y que debemos trabajar juntos para construir una sociedad más justa y solidaria.

Como habrán podido apreciar, el “compartir” del que venimos hablando no es otra cosa que la misericordia hecha carne que, en su esencia, es la compasión y la voluntad de quitarle el sufrimiento a quien lo padece. Va más allá de la justicia, que se centra en dar a cada uno lo que le corresponde, sino que se adentra en el terreno de una generosidad propia de un amor gigantesco. Este sentimiento y esta voluntad estrictamente humana, impulsa al donante a trascender sus propios límites y a ofrecer una esperanza tangible de vida en un mundo donde la fragilidad humana se manifiesta con crudeza. Al compartirse a sí mismo, el individuo se convierte en un instrumento de misericordia que extiende la mano hacia aquellos que se encuentran en la dolorosa oscuridad de la enfermedad, el miedo, la angustia y el dolor, torciendo así, con sencillez y silencio sacro un testimonio de la capacidad que tenemos los seres humanos para sacar a relucir esa bondad que diariamente este mundo trata de opacar.

Es evidente que la donación de órganos representa un torbellino de emociones que sacude a las familias, tanto del donante como del receptor. Podemos ver tanto el dolor de una pérdida que se entrelaza con la esperanza y la alegría inconmensurable, convirtiendo al duelo en gratitud suprema. La sociedad, por su parte, se enfrenta a la dualidad de la vida y la muerte, la fragilidad de la existencia y el coraje del altruismo: en el acto de donar, el ser humano se eleva y trasciende su propia mortalidad, puesto que si legado no se limita a bienes materiales o logros terrenales, sino que se extiende a la vida misma. Desde este enfoque, un órgano donado es símbolo de amor eterno, una huella imborrable en el tejido de la existencia.

Para concluir, sólo nos queda señalar que somos conscientes de vivir en un mundo en el que la superficialidad, el egoísmo y la ignorancia atrevida amenazan con desvanecer la esencia de la humanidad, pero en medio de este caos decadente y nihilista se erigen mis superhéroes favoritos, los donantes de órganos, los verdaderos faros de esperanza. Su acto de amor superlativo nos recuerda que, incluso en la oscuridad del dolor y la muerte, la luz de la vida sigue brillando con intensidad, convirtiéndose así en los verdaderos titanes, guardianes de la fe en una buena humanidad, arquitectos de un legado eterno.