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Diario Azua / 21 febrero 2022.-
“No hay componente más importante en la calidad de un alimento que su inocuidad”
En todas partes del mundo han surgido epidemias de enfermedades transmitidas por los alimentos, cuando hablamos de contaminación alimentaria estamos hablando de contaminación química, física o biológica. Hablando con el médico naturalista Arcenio Estevéz Medina, nos dijo que hay más de 200 enfermedades que son causadas por el consumo de alimentos contaminados por bacterias, virus, parásitos o sustancias químicas, como metales pesados y otros.
El doctor Arcenio Estevéz Medina, vicepresidente de la Organización Naciones Unidas para la Salud Natural, ONUSANA, que se ha propuesto dar una series de Cursos, Talleres sobre Nutrición, bajo la dirección y coordinacción del Dr. Estevéz con el objetivo de contribuir a una vida más saludable, comenzamos los días miércoles 23 y jueves 24 de febrero a partir de las 6:00 horas de New York, vías Zoom y Facebook = ONUSANA.
Este problema de salud pública cada vez mayor produce un impacto socioeconómico considerable, debido a la presión ejercida sobre los sistemas de atención de salud, la pérdida de productividad y el deterioro del turismo y el comercio. Esas enfermedades contribuyen considerablemente a la carga mundial de morbilidad y mortalidad.
Las enfermedades transmitidas por los alimentos son generalmente de carácter infeccioso o tóxico y son causadas por bacterias, virus, parásitos o sustancias químicas que penetran en el organismo a través del agua o los alimentos contaminados. Los patógenos de transmisión alimentaria pueden causar diarrea grave o infecciones debilitantes, como la meningitis.
De acuerdo a nuestras investigaciones con un minimo de nuestro conocimiento vamos a dar una panoramica de esta realidad. La contaminación por sustancias químicas puede provocar intoxicaciones agudas o enfermedades de larga duración, como el cáncer. Las enfermedades transmitidas por los alimentos pueden causar discapacidad persistente y muerte. Algunos ejemplos de alimentos insalubres son los alimentos de origen animal no cocinados, las frutas y hortalizas contaminadas con heces y los mariscos crudos que contienen biotoxinas marinas.
Bacterias:
Salmonella, Campylobacter y Escherichia coli enterohemorrágica figuran entre los patógenos de transmisión alimentaria más comunes que afectan a millones de personas cada año, a veces con consecuencias graves o mortales. Los síntomas son fiebre, dolores de cabeza, náuseas, vómitos, dolores abdominales y diarrea. Los alimentos asociados con los brotes de salmonelosis son, por ejemplo, los huevos, la carne de ave y otros productos de origen animal. Los casos de infección por Campylobacter de transmisión alimentaria son causados principalmente por la ingestión de leche cruda, carne de ave cruda o poco cocinada y agua potable. Escherichia coli enterohemorrágica se asocia con el consumo de leche no pasteurizada, carne poco cocinada y fruta y hortalizas frescas.
La infección por Listeria provoca abortos espontáneos y muerte neonatal. Si bien es una enfermedad relativamente poco frecuente, la gravedad de sus consecuencias, que pueden llegar a ser mortales, sobre todo para los lactantes, los niños y los ancianos, sitúa a la listeriosis entre las infecciones de transmisión alimentaria más graves. Listeria se encuentra en los productos lácteos no pasteurizados y en diversos alimentos preparados, y puede crecer a temperaturas de refrigeración.
La infección por Vibrio cholerae se transmite por la ingestión de agua o alimentos contaminados. Los síntomas son, entre otros, dolores abdominales, vómitos y diarrea acuosa profusa, que pueden dar lugar a deshidratación grave y provocar la muerte. Los alimentos asociados con brotes de cólera son el arroz, las hortalizas, las gachas de mijo y varios tipos de mariscos.
Los antimicrobianos, como los antibióticos, son esenciales para tratar las infecciones causadas por las bacterias. Sin embargo, su utilización excesiva o errónea en la medicina veterinaria y humana se ha vinculado a la aparición y propagación de bacterias resistentes, que hacen que los tratamientos de enfermedades infecciosas en los animales y en el hombre dejen de ser eficaces. Las bacterias resistentes se introducen en la cadena alimentaria a través de los animales (por ejemplo, las bacterias del género Salmonella, a través del pollo).
La resistencia a los antimicrobianos es una de las principales amenazas a las que se enfrenta la medicina moderna.
Virus:
Los síntomas característicos de las infecciones causadas por norovirus son las náuseas, los vómitos explosivos, la diarrea acuosa y los dolores abdominales. El virus de la hepatitis A puede provocar enfermedades hepáticas persistentes y se transmite en general por la ingestión de mariscos crudos o poco cocinados o de productos crudos contaminados. La manipulación de alimentos por personas infectadas suele ser la fuente de la contaminación
Parásitos:
Algunos parásitos, como los trematodos presentes en el pescado, únicamente se transmiten a través de los alimentos. Otros, en cambio, como Echinococcus spp o Taenia solium, pueden infectar a las personas a través de los alimentos o por contacto directo con animales. Otros parásitos, como Ascaris, Cryptosporidium, Entamoeba histolytica o Giardi, se introducen en la cadena alimentaria a través del agua o el suelo, y pueden contaminar los productos frescos.
Priones:
Los priones son agentes infecciosos constituidos por proteínas que se caracterizan por estar asociados a determinados tipos de enfermedades neurodegenerativas. La encefalopatía espongiforme bovina (o «enfermedad de las vacas locas») es una enfermedad por priones que afecta al ganado y que se relaciona con la variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob en los seres humanos. El consumo de productos cárnicos procedentes de bovinos que contienen materiales especificados de riesgo, como tejido cerebral, constituye la vía de transmisión más probable del prión a los seres humanos.
Sustancias químicas:
Las sustancias que plantean más riesgos para la salud son las toxinas naturales y los contaminantes ambientales.
Las toxinas naturales abarcan las micotoxinas, las biotoxinas marinas, los glucósidos cianogénicos y las toxinas presentes en las setas venenosas. Los alimentos básicos como el maíz o los cereales pueden contener elevados niveles de micotoxinas, como la aflatoxina y la ocratoxina, producidas por el moho presente en el grano. Una exposición prolongada a esas toxinas puede afectar al sistema inmunitario y al desarrollo normal, o causar cáncer.
Los contaminantes orgánicos persistentes son compuestos que se acumulan en el medio ambiente y en el organismo humano. Los ejemplos más conocidos son las dioxinas y los bifenilos policlorados, subproductos indeseados de los procesos industriales y de la incineración de desechos. Se hallan en el medio ambiente de todo el mundo y se acumulan en la cadena alimentaria animal. Las dioxinas son compuestos muy tóxicos que pueden causar problemas reproductivos y de desarrollo, dañar el sistema inmunitario, interferir en el funcionamiento hormonal y causar cáncer.
Los metales pesados como el plomo, el cadmio y el mercurio causan daños neurológicos y renales. La presencia de metales pesados en los alimentos se debe principalmente a la contaminación del aire, del agua y del suelo.
Todos los años, casi 1 de cada 10 personas de todo el mundo enferma por ingerir alimentos contaminados, lo cual provoca más de 420.000 muertes. Los niños se ven afectados desproporcionadamente, pues se registran anualmente 125 000 muertes de menores de 5 años. La mayoría de esos casos son causados por enfermedades diarreicas.
Otras consecuencias graves de las enfermedades de transmisión alimentaria incluyen insuficiencia renal y hepática, trastornos cerebrales y neurológicos, artritis reactiva, cáncer y muerte. Las enfermedades de transmisión alimentaria están estrechamente vinculadas con la pobreza en los países de ingresos bajos y medianos, pero son un problema de salud pública creciente en todo el mundo.
El comercio internacional cada vez mayor y las cadenas alimentarias más largas y complejas aumentan el riesgo de contaminación alimentaria y el transporte de productos alimenticios infectados a través de las fronteras nacionales. El crecimiento de las ciudades, el cambio climático, la migración y la intensificación de los viajes internacionales agravan estos problemas y exponen a las personas a nuevos peligros
La carga que las enfermedades de transmisión alimentaria imponen a la salud pública, el bienestar social y las economías se ha subestimado a menudo debido a la infranotificación y la dificultad para establecer una relación de causalidad entre las contaminaciones de alimentos y las enfermedades o muertes por ellas provocadas. El suministro de alimentos inocuos fortalece las economías nacionales, el comercio y el turismo, contribuye a la seguridad alimentaria y nutricional, y sirve de fundamento para el desarrollo sostenible.
La urbanización y los cambios en los hábitos de consumo, en particular los viajes, han multiplicado el número de personas que compran y comen alimentos preparados en lugares públicos. Dado que la globalización ha potenciado la demanda de una mayor variedad de alimentos, la cadena alimentaria mundial es cada vez más larga y compleja. Ante el crecimiento de la población mundial, la intensificación e industrialización de la agricultura y la producción ganadera para satisfacer la creciente demanda de alimentos plantean a la vez oportunidades y dificultades para la inocuidad de los alimentos. Se prevé que el cambio climático también incidirá en la inocuidad de los alimentos.
Estas dificultades suponen una mayor responsabilidad para los productores y distribuidores de alimentos en lo que atañe a la inocuidad de los alimentos. Los incidentes locales pueden transformarse rápidamente en emergencias internacionales debido a la rapidez y el alcance de la distribución de los productos. Los alimentos insalubres plantean amenazas para la salud a escala mundial y ponen en peligro la vida de todos: los lactantes, los niños pequeños, las embarazadas, las personas mayores y las personas con enfermedades subyacentes son particularmente vulnerables. Las enfermedades diarreicas afectan cada año a unos 220 millones de niños, de los que 96 000 acaban muriendo.
Los alimentos insalubres generan un círculo vicioso de diarrea y malnutrición que compromete el estado nutricional de los más vulnerables. La contaminación de los alimentos puede producirse en cualquiera de las etapas del proceso de fabricación o de distribución, aunque la responsabilidad recae principalmente en el productor. Sin embargo, una buena parte de las enfermedades transmitidas por los alimentos se deben a alimentos que han sido preparados o manipulados de forma incorrecta en el hogar, en establecimientos que sirven comida o en los mercados.
No todos los manipuladores de alimentos y consumidores entienden la importancia de adoptar prácticas higiénicas básicas al comprar, vender y preparar alimentos para proteger su salud y la de la población en general. Todos podemos contribuir a garantizar que los alimentos sean inocuos. He aquí algunos ejemplos de medidas eficaces que podrían adoptarse:
Los responsables de la formulación de políticas pueden:
crear y mantener sistemas e infraestructuras adecuados (por ejemplo, laboratorios) para gestionar y hacer frente a los riesgos relacionados con la inocuidad de los alimentos a lo largo de toda la cadena alimentaria, en particular durante las emergencias; fomentar la colaboración entre sectores como la salud pública, la salud animal, la agricultura y otros, con el fin de mejorar la comunicación y la actuación común; integrar la inocuidad de los alimentos en las políticas y programas más generales relativos a la alimentación (por ejemplo, la nutrición y la seguridad alimentaria); pensar en términos globales y actuar a escala local a fin de garantizar que los alimentos producidos localmente siguen siendo inocuos cuando se exportan a otros países.
Las enfermedades de transmisión alimentaria están estrechamente vinculadas con la pobreza en los países de ingresos bajos y medianos, pero son un problema de salud pública creciente en todo el mundo. El comercio internacional cada vez mayor y las cadenas alimentarias más largas y complejas aumentan el riesgo de contaminación alimentaria y el transporte de productos alimenticios infectados a través de las fronteras nacionales.
El crecimiento de las ciudades, el cambio climático, la migración y la intensificación de los viajes internacionales agravan estos problemas y exponen a las personas a nuevos peligros.
Para preservar la inocuidad en los alimentos y mantenerlos libres de microorganismos y agentes patógenos se deben implementar las Buenas Prácticas de Higiene y aplicar las cinco claves para la inocuidad de los alimentos recomendadas por la Organización Mundial de la Salud:
· Mantener la limpieza
· Separar alimentos crudos y cocinados
· Cocinar completamente los alimentos
· Mantener los alimentos a temperaturas seguras
· Usa agua y materias primas seguras
Las enfermedades de transmisión alimentaria se reflejan en varias metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible 3 y son una esfera prioritaria dentro de la labor de la Organización. Las actividades incluyen investigaciones y evaluaciones científicas independientes de los peligros relacionados con los alimentos, programas de sensibilización sobre esas enfermedades y prestación de apoyo para promover la inocuidad de los alimentos a través de programas de atención de la salud.
La Organización Naciones Unidas para la Salud Natural, ONUSANA, te invita a participar del Curso de Intruducción a la Nutrición, los días miércoles 23 y jueves 24 de febrero a partir de las 6:00 horas de New York, vías Zoom y Facebook = ONUSANA, con el profesor y doctor Arcenio Estevéz Medina.
“La inocuidad de los alimentos, la nutrición y la seguridad alimentaria están necesariamente relacionadas para el cuidado de la salud".
Dr. Amín Cruz, PhD, diplomático, historiador, educador, periodista, escritor, CEO presidente fundador del Congreso Hispanoamericano de Prensa, Padre embajador del Periodismo Latinoamericano, residente en New York.
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