Titulares

sábado, 30 de mayo de 2020

Ajusticiamiento de un tirano o el capítulo final de su baile con la muerte



Por Isabel Cepeda 

La muerte hizo cita con el tirano dos años atrás cuando cumplía su designio fatal encomendado por él mismo, fue un noviembre nefasto, cuando se detuvo el tiempo, no soplo el viento en el momento que se quebraron las alas de aquellas sensibles mariposas 

Aquel día siniestro no intervinieron protestas, no hubo tiempo para adiós postrero, ni espacio para enfrentar los miedos 

La muerte tan su amiga, tan ufana 

Era invitada de honor en su corte de oropel y saña 

Nunca le dijo No, aun cuando de lo que se tratara fuera de arrancar a tiras la piel nueva, verter la sangre tibia de los que con osadía prefirieron derramarla a dejarla manchada de vergüenza por iteradas afrentas 

La muerte no supo los nombres de los valientes que tantas veces fue a buscar resuelta, no escuchando ángel alado alguno que viniera a interponer protesta, volteaba para no ver la sorpresa en los ojos, el por qué que quedara atrapado en la garganta 

Se marchaba al tiempo abrupto cuando la paloma blanca que se transmutaba en rayos bermellón salía del pecho justo 

La muerte brutal siempre llegaba a la fuerza, no en la fecha marcada sino en la que él señalaba, y atacaba con saña, su voraz apetito se alimentaba con uñas, con ojos, con dientes, no importaba si de niño, hombre, mujer, o adolescente 

Cuando tocó la hora en el reloj del pueblo, que ésta vez era quien la fue a convocar, se presentó elegante, no vestida casual y no pudo decir No tenía que claudicar 

Se lo debía a este pueblo, se lo debía a las madres, a las esposas, a los hijos que llegaron huérfanos a una tierra sin nombre de dictadura sin par de masacre sin igual 

La muerte su aliada se presentó puntual, no antes, no después, fue en la hora pautada, no se distrajo con escaramuzas, sabía del lugar preciso donde habría de encontrar al que por 30 años tanto fue a festejar 

La muerte su más fiel aliada rompió con él su contrato, se dedicó a la tarea con el pueblo pautada 

Se tocó el tupé ató y alisó su capa, se subió los guantes, sin prisas actuaba mucha experiencia había de tantas visitas dadas 

Y de aquellos señalados fue ojo al acecho, rueda veloz, templanza en el pulso, sosiego en los corazones convencidos, había que ver como de uno a otro se trasportaba, siendo de este respiro, de aquel control, del otro el impulso y en todos jugó su rol y todos los que fueron fue 

Pero al final, solos quedaron los dos, todo desapareció, a éste su aliado fiel sí que a los ojos miró, se cruzó el aliento fétido, se intercambiaron miradas como candelas de rayo lo retaba ella, como tantas otras veces quiso él camelarla, convencerla del retiro, pero ya tenía un acuerdo, comprometió su palabra, no habría retirada, 

Tirano y Muerte de frente, se pararon a bailar esa danza singular, que por algún tiempo al pueblo habría de liberar 

Donde todo comenzó justo allí culminó, la extraña peste de azufre por tres perduró 

Y el pueblo con regocijo cauto, canciones bajas canto, de esa noche de misterio en un mayo años atrás, ya con hora y con lugar donde se supo por fin de la gran danza especial donde tirano y Muerte habrían de darse aquel abrazo final. 

30 de mayo 2016 

« PREV
NEXT »

No hay comentarios

Publicar un comentario