Titulares

domingo, 10 de marzo de 2019

Por qué no celebrar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora?


Por Omar Nivar

Desde muy pequeño, hasta el momento en que me inicié en la carrera de Trabajo Social en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), escuchaba a todos mis amigos felicitar, y a las chicas felicitarse por el 8 de marzo (Día Internacional de la Mujer Trabajadora), fecha que actualmente incluyen cortejos como: “felicidades” a tu novia, madre, hermana, jefa, secretaria o compañera de trabajo; y no cabe dudas que en nuestro país, al igual que en otras naciones, esta celebración es cada vez más parecida al Día de las Madres, con flores, felicitaciones y comentarios en las redes sociales acerca de qué tan “fuertes”, “luchadoras” o valiosas son. No es que estos adjetivos no se puedan aplicar a la población femenina, mas repetirlos y acompañarlos con regalos puede eclipsar el verdadero sentido de esta fecha tan conmemorativa y significativa para todas las personas que creemos en la igualdad y en todo tipo de eliminación de opresión y discriminación.

¿Pero qué se celebra el 8 de marzo?, nada que celebrar, si no para enfatizar la igualdad y equidad entre hombres y mujeres en el ámbito laboral; y es por esto que para comprender por qué no se debe celebrar este día, vale la pena hacer un rápido recorrido al pasado: desde inicios del siglo XX, con la fuerza de los movimientos sufragistas, varias organizaciones en todo el mundo se plantearon crear un día para conmemorar el trabajo de la mujer. En 1909, el Partido Socialista de Estados Unidos instauró el Día Nacional de la Mujer; luego en Dinamarca, 1910, durante una reunión de grupos socialistas, también se proclamó un día internacional, que se conmemoró por primera vez al año siguiente.

Asimismo, en 1911, sólo unos días después del primer Día Internacional, se produjo en New York , que más de 140 mujeres decidieron declararse en huelga presencial en una fábrica de camisas (Cotton), tomando las instalaciones hasta que se cumplieran sus demandas laborales, en las que se incluían: reducción de fondo laboral, igualdad de salarios y mejora general de sus condiciones de trabajo; sin embargo, la respuesta del capitalista y dueño de la fábrica fue ponerle cadenas a las puertas con todas dentro, luego se desató un incendio ¨provocado¨, todas murieron calcinadas; este atropello inhumano acabó con la vida de estas mujeres trabajadoras. Este trágico suceso generó importantes cambios en la legislación de Estados Unidos, y le dio más fuerza al movimiento en pro de los derechos laborales de las mujeres.

Más tarde, el 8 de marzo de 1917, la entonces Unión Soviética fue escenario de una serie de mítines con motivo del Día de la Mujer, que se convirtieron en manifestaciones políticas contra la monarquía. Estos hechos desencadenaron el movimiento que finalmente acabó con el régimen y que otorgó el voto femenino en esa región.

La fecha siguió conmemorándose en Rusia y otras regiones el 8 de marzo; y en 1977, la Asamblea General de la ONU proclamó el Día Internacional de la Mujer, lo que llevó a otros países a oficializarlo.

Con este pequeño recorrido, podemos ver que este día está íntimamente ligado con la inclusión de las mujeres en la vida laboral y con la lenta, pero constante lucha por la reivindicación de mayores derechos políticos y equitativos en todos los ámbitos.

De acuerdo a Lena Dominelli, la opresión involucra relaciones de dominación que dividen a la gente en dos grupos: los superiores y los subordinados. Las relaciones opresoras implementan un mecanismo de normalización que promueven los valores dominantes y sus prioridades, imponiendo una serie de sistemas de control social tendentes a restringir las actividades de los grupos subordinados dentro del terreno del grupo dominante. 

Los cambios sociales que han acontecido en materia de género no han permitido alcanzar una igualdad real entre hombres y mujeres, constituyendo esto un hecho palpable de cómo se continua visualizando las desventajas para las féminas.
En mi convicción, como trabajador social, entiendo, según el Código de Ética de Trabajo Social, que nuestra misión principal es mejorar el bienestar de las personas y ayudar a comprender las necesidades humanas básicas, con especial atención a aquellas que son vulnerables, oprimidas y empobrecidas. El accionar social debe procurar ser sensible a la diversidad cultural, y esforzarse por erradicar la discriminación, la opresión, la pobreza y otras formas de injusticias.

La teoría antiopresiva en la que se fundamenta Lena Dominelli, sostiene que "la opresión es controlada socialmente a través de acciones y conductas de ciertos grupos hacia otros¨, es por esto que hago el llamado a aprender a desprender para aprender y, de esta forma, no continuar con la mala práctica de ocultar el sentido de lo ocurrido en New York en 1911.

¡Nada qué celebrar!

Omar Nivar, trabajador social.


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