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Béisbol Menor
Julio Andrés López Van Der Horst
Diario Azua / 13 enero 2022.-Después de la pausa de Navidad y Año Nuevo y haber padecido durante siete días el Ómicron, retomamos la columna deseándole a los deportistas dominicanos un 2022 con prosperidad y salud.
Seguimos reproduciendo el folleto “Parque Metropolitano-Centro Olímpico), 55 años después, Wiche vive” y entramos en el aspecto “decisión”.
Decisión
Era una mañana soleada y calurosa del otoño del 1966, -apenas el gobierno sangriento de los 12 años empezaba- nos encontrábamos en las oficinas del Comité Olímpico Dominicano, que funcionaba en la casa de Wiche, en la calle Porfirio Herrera No. 10, ensanche Piantini.
A eso de las nueve nos dijo “vamos a llegar allí” como solía hacerlo sin especificar a donde. Llegamos a la esquina Máximo Gómez con la hoy John F. Kennedy y estando ahí le ordenó a su chofer Víctor Manuel Rosario (Cepillo), que fuera al María Auxiliadora a buscar a Francisco Altagracia Geraldino (Chapea).
Y a eso de las diez treinta se inició nuevamente la histórica realización de esta monumental obra, -elogiada por propios y extraños- en lo que era el antiguo aeropuerto General Andrews, contiguo a la urbanización Naco cuyos constructores tenían el lema “Donde se vive mejor”.
Chapea machete en mano abriendo camino hacia el suroeste de esos predios, lleno de marañas, inmundicias y desechos humanos y bélicos de la Revolución de Abril, detrás Wiche, Antonio Domínguez Olivo y Cepillo, quien escribe se quedó fuera cuidando el vehículo y los instrumentos de trabajo.
Esa mañana Wiche puso el primer punto en una lomita, que quedaba detrás del hoy Básquet Stop del play número 2 (José Altagracia Geraldino), al lado donde ahora están las oficinas de la Asociación de Béisbol del Distrito Nacional e inmediatamente se agenció un gredar y en la tarde estaban limpiando una gran área, donde el día 7 este prohombre colocó una carpa, trajo su mesa de trabajo y empezó la revolución más bella que ha tenido el deporte Nacional.
Así ese memorable 6 de noviembre del 1966 (Día de la Constitución), Wiche abría la brecha para entregarle al deporte su Constitución. Los primeros dos años, 1966-1968 fueron de un batallar intenso para contrarrestar a los poderosos que se querían adueñar de esos predios millonarios.
La lucha contra los Pellerano-Ricart, Nacional de Construcciones (Naco), los desaprensivos y otros que no se atrevieron a incursionar en ello, pero cuando vieron lo que se hacía empezaron las intrigas, sin embargo, el respaldo de la prensa deportiva progresista, los noveles dirigentes deportivos y las ayudas del síndico Dr. José Ramón Báez Acosta, Ing. Payo Ginebra y el empresario Anthony Haché, veinte meses después que “El divino loco” empezó su obra cumbre, se le entregaba a la capital tres estadios de Béisbol, dos de Softbol, canchas de Baloncesto, Voleibol y Tenis.
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