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Por Víctor Peña
Vistas las necesidades actuales, el escaso desarrollo en los pueblos fronterizos y la vulnerabilidad en la que siguen viviendo su gente, nos hizo dar cuenta que 20 años de una Ley (28-01) que creaba una zona especial de desarrollo fronterizo en 7 provincias de la frontera dominico haitiana no fue suficiente para que se produzca el despegue que rompa el conjuro existente en esta zona de pobreza.
La suerte de las provincias: Independencia, Dajabón, Elías Piña, Pedernales, Montecristi, Santiago Rodríguez y Bahoruco, que se creyó cambiaría a partir del nacimiento de una Ley que creaba incentivos especiales a un grupo de empresas que se fueran a instalar en estos lugares no funcionó como tal y aunque algunas se instalaron, no llenaron las expectativas.
La pieza legislativa exoneraba por 20 años 100% de impuestos internos, aranceles aduaneros sobre materia prima, equipos y maquinarias, entre otros impuestos, además liberaba del pago del 50% de exención, al pago de peajes, de uso de puertos y aeropuertos, de impuestos a transferencias inmobiliarias de proyectos desarrollados, exoneración del 25% de impuesto a combustibles diésel, entre otras facilidades y aun así falló en sus objetivos.
Ahora, ¿por qué falló esta ley que tenía el mayor número de beneficio alguno que se haya concedido jamás al empresariado en la República Dominicana?, quizás, a mi entender, porque no tuvo la promoción suficiente tanto local como internacionalmente.
Como tampoco han promovido lo suficiente las extraordinarias potencialidades turísticas de estas provincias, pues nunca ha sido lo mismo cuando desde el Ministerio de Turismo se sale al extranjero a vender ferias turísticas para Punta Cana donde no se escatiman recursos, que cuando se va hablar de desarrollar a un lejano y paupérrimo Sur fronterizo, aunque con sobradas condiciones turísticas para destacar.
De manera que donde se esperaba sacar cientos de miles de personas de la pobreza mediante la creación de empleos, directos e indirectos a través de las numerosas empresas que pudieran instalarse en la zona fronteriza se fue por la borda, al solo poder llegar unas pocas empresas y con escasos empleos, por suerte tenemos oportunidad de enmendarlo porque la Ley volvió al Congreso.
Esta oportunidad también tuvo sus tropiezos por los protagonismos de las cámaras legislativas, los diputados que la vieron primero, que redujeron de 9 a 8 artículos que contenía la ley, con varias modificaciones que no convencieron del todo a los senadores, quienes a su vez argumentaban que con la modificación en su artículo 4 dejarían sin incentivos a las empresas calificadas y además no estaban de acuerdo con el artículo 8 que tenía que ver con la conformación del Consejo, de manera que estos presentaron un proyecto nada más y nada menos que con 26 artículos, y así llegaron los fuertes enfrentamientos hasta el presidente Luis Abinader que intervino para consensuarlos.
Finalmente llegado el consenso con el criterio unísono del Congreso vamos atener nuevamente una Ley que nos dará otros 30 años para enderezar muchos entuertos que hicieron casi disfuncional la pasada Ley 28-01, la gente a los que de una u otra manera les toca el desarrollo de la frontera y sus pueblos, ya sea directa e indirectamente deben involucrarse y estar atentos para que la historia no vuelva a repetirse.
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