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Por Dr. Amín Cruz
“Se trata de romper el techo de cristal, no sólo del lado de las mujeres sino también por parte de los hombres”. Irene Espinosa
La covid-19 es una crisis con rostro de mujer”, subrayó el secretario general de la organización, António Guterres, en la apertura del 65º periodo de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer penetró en este pensamiento al destacar que la crisis causada por la enfermedad ha puesto de manifiesto lo profundamente arraigada que está la desigualdad de género en los distintos sistemas políticos, sociales y económicos del mundo, por lo que exigió este lunes mayor protagonismo de las mujeres en los puestos de toma de decisiones, una prioridad clave en la lucha contra la desigualdad de género y que, según la organización, se hace aún más necesaria tras una pandemia que ha golpeado desproporcionadamente a la mujer.
Las mujeres tienen mayor probabilidad de trabajar en los sectores más afectados por la pandemia. La mayoría de los trabajadores esenciales de primera línea son mujeres, muchas de ellas pertenecientes a grupos marginados por motivos de raza u origen étnico y en la parte más baja de la escala de ingresos.
Las disparidades ya existentes se han agravado durante la pandemia, solo por poner un ejemplo de esas desigualdades, las mujeres tienen un 24% más de probabilidades de perder su empleo y pueden esperar que sus ingresos disminuyan un 50% más que el de los hombres.
Al mismo, tiempo la pandemia ha evidenciado el gran poder del liderazgo de las mujeres en contraposición a algunos líderes masculinos, la pandemia está agravando las ya profundas desigualdades a las que se enfrentan las mujeres y las niñas, borrando con ello años de progreso hacia la igualdad de género.
El trabajo de cuidados no remunerado ha aumentado drásticamente debido a las órdenes de confinamiento y a los cierres de escuelas y centros de cuidado infantil, es posible que millones de niñas no vuelvan jamás a la escuela, las madres, especialmente las solteras, han sufrido grandes adversidades y ansiedad.
La pandemia también ha desencadenado una epidemia paralela de violencia contra las mujeres en todo el mundo, con un aumento disparado del maltrato en el hogar, la trata, la explotación sexual y el matrimonio infantil, entretanto, si bien las mujeres constituyen la mayor parte de los profesionales sanitarios, según un estudio reciente, sólo 3.5 % de los equipos de tareas de respuesta al Covid-19 estaban integrados por el mismo número de hombres que de mujeres.
En la cobertura informativa de la pandemia a nivel mundial, solo una de cada cinco fuentes especializadas era una mujer. Toda esta exclusión constituye en sí misma una emergencia, el mundo necesita un nuevo impulso para avanzar en el liderazgo de las mujeres y la igualdad de participación, es claro que de ello nos beneficiaremos todas las personas.
Las mujeres que ocupan posiciones de liderazgo han demostrado su capacidad y eficacia en la respuesta al Covid-19, en el último año, los países liderados por mujeres han tenido tasas de transmisión más bajas y con frecuencia están mejor posicionados para la recuperación, las organizaciones de mujeres han colmado lagunas cruciales proporcionando servicios e información críticos, especialmente a nivel comunitario.
De manera generalizada, cuando las mujeres lideran los gobiernos, vemos mayor inversión en protección social y mayores avances en la lucha contra la pobreza, cuando hay mujeres en los parlamentos, los países adoptan políticas más rigurosas en la esfera del cambio climático.
Si las mujeres están presentes en las negociaciones de paz, los acuerdos son más duradero, más, sin embargo, las mujeres no representan más que la cuarta parte de los legisladores nacionales en todo el mundo, la tercera parte de los miembros de los gobiernos locales, y tan solo la quinta parte de los ministros de gobierno, si se mantiene la trayectoria actual, la paridad de género no se alcanzará en los órganos legislativos nacionales antes de 2063, alcanzar la paridad entre los jefes de Gobierno llevaría bastante más de un siglo.
Lograr un futuro mejor depende de que abordemos este desequilibrio de poder. Las mujeres tienen el mismo derecho a hablar con autoridad sobre las decisiones que afectan a su vida. me enorgullece que hayamos conseguido la paridad de género en los puestos directivos de las Naciones Unidas.
Más ello el aumento de la violencia contra las mujeres, desde los abusos sexuales hasta el matrimonio infantil, y el del trabajo en los cuidados no remunerados, todo ello creando un daño incalculable que repercutirá a lo largo de décadas en las generaciones futuras, por lo que ya ha llegado el momento de cambiar el rumbo.
La participación igualitaria de las mujeres es el cambio que necesitamos, décadas de pruebas demuestran que la participación de las mujeres mejora los resultados económicos, impulsa una mayor inversión en protección social, conduce a una paz más sostenible y hace avanzar la acción climática
La recuperación tras la pandemia es nuestra oportunidad para trazar una nueva senda: una de igualdad, deben dirigirse medidas de apoyo y estímulo en concreto a las mujeres y las niñas, entre otras cosas, aumentando la inversión en la infraestructura del cuidado, si la economía formal funciona, es solo porque está subvencionada por el trabajo de cuidados no remunerado que realizan las mujeres
El mundo tiene una oportunidad de dejar atrás generaciones de discriminación arraigada y sistémica. Es hora de construir un futuro de igualdad.
Posteriormente indicó que en muchos países las mujeres se gradúan a un ritmo mayor que los hombres en la educación superior y que ya poseen la experiencia, capacidad y habilidades necesarias, por lo que necesitamos no es más formación para las mujeres, sino formar a los que están en el poder sobre cómo construir instituciones inclusivas, por lo que António Guterres señaló y llamó a todos los líderes mundiales a establecer cinco puntos clave.
Conseguir la plena igualdad de los derechos de las mujeres derogando leyes discriminatorias y promulgando medidas positivas.
Garantizar la paridad de representación desde los consejos de administración de las empresas hasta los parlamentos, desde la educación superior hasta las instituciones públicas mediante medidas especiales y cuotas.
Avanzar en la inclusión económica de las mujeres mediante la igualdad salarial, los créditos específicos, la protección del empleo y las inversiones significativas en la economía de los cuidados y la protección social.
Establecer en cada país un plan de respuesta de emergencia para combatir la violencia contra las mujeres y las niñas, y darle seguimiento con financiación, políticas y voluntad política.
Dar paso a la transición entre generaciones que ya está en marcha. Las mujeres jóvenes promueven un mundo más justo e igualitario, y merecen un mayor apoyo, desde la primera línea de frente hasta internet.
La recuperación sostenible de los efectos de la Covid-19 y el logro de la agenda 2030, para impulsar trasformaciones hacia un estilo de desarrollo más resiliente y dinámico, y más adecuado para brindar soporte a los países en la construcción de un mejor futuro.
Por lo que trabajamos juntos con los gobiernos a fin de garantizar la integración de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en los países del mundo, esta crisis actual también puede plantearse como una oportunidad de promover inversiones sostenibles a largo plazo en los sistemas que garanticen el acceso universal y de calidad a los servicios de salud, sistemas de protección social y de cuidados, así como en políticas activas de empleo, y en el desarrollo de políticas de reactivación económica centradas en el crecimiento inclusivo, la inclusión social y la sostenibilidad ambiental, basados en el diálogo social y la gobernabilidad efectiva.
“Las mujeres que tienen la oportunidad de llegar deben desempeñar un buen papel para incentivar a niñas y jóvenes y sepan que sí se puede… y sí, sí se puede”. Galia Borja
Dr. Amín Cruz, PhD, diplomático, historiador, educador, periodista, escritor, presidente del Congreso Mundial de Prensa y presidente del Congreso Mundial de Universidades, residente en New York.
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