Titulares

martes, 26 de mayo de 2020

REFLEXIONES EN CAMPAÑA #10 La osada aventura del miedo


Por José Francisco Peña Gómez

Sé que en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) hay compañeros que no saben lo que costó la democracia, porque o no hicieron nada o hicieron muy poco para conquistarla. Para quienes vivimos la agitación de una oposición intranquila, producto de la represión, sabemos el valor de la democracia y cuál sería el costo real de perderla.

Los partidos que tienen un largo ejercicio gubernamental tienen el miedo de salir del poder, por las consecuencias del circo en el que los sustituyen. Esa es la realidad ancestral de nuestra nación.

En una visita hecha al Foro de Partidos Políticos (FOPPPREDOM) el Rector de la Universidad Interamericana de México, centro de la élite político-financiera mexicana, en ocasión de la suscripción de un acuerdo para celebrar cursos y maestrías en gobernanza y otros de administración pública, nos refirió que en esa Universidad había ¡una cátedra especializada en enseñar a los funcionarios públicos cómo bajar de sus posiciones! Y es que a todos le enseñan cómo ganar pero, no como asimilar la derrota o el retiro conveniente.

Nos dijo el Señor Rector, asimismo, qué se debe hacer énfasis en eso, en hacer conciencia a los presentes y futuros administradores del Estado de que hagan consciencia de que los cargos públicos son prestados, y que desde la aceptación y jura del cargo deben aceptar que su ejercicio está sujeto a la temporalidad, son limitados en el tiempo.

Esto viene al caso de la cúpula palaciega, que en nuestro país se resiste a bajar del poder, pero la mayoría de las veces no porque quiera seguir en el cargo sino por el inmenso miedo que le da abandonarlo.

La política del patio nos ha enseñado que si se tiene elasticidad en la estrategia se pueden lograr resultados tangibles, sin la necesidad de involucrarse en osadas aventuras que no garantizan sino fracasos, porque son inventos que, a la luz de la realidad del mundo de hoy, de verdad ya no es posible.

En este sentido, los oficialistas piensan que la combinación de varios elementos les puede garantizar la victoria, veamos cuáles son:

1- El gobierno cree que todos los empleados van a votar por sus candidatos, porque tienen que proteger su empleo. Eso es medianamente cierto: solamente un porcentaje menor de los empleados públicos lo siente así porque, puesto en esa coyuntura, lo que hace inteligentemente una gran parte de ellos es vincularse de inmediato con las fuerzas que tienen más posibilidad de ganar.

2- Los programas asistenciales de ayuda directa ayudan políticamente, y mucho, pero por lo general no lo suficiente como para hacer ganar unas elecciones. La entrega de las ayudas con un interés electoralista, saben bien los beneficiarios, que eso es muy temporal por no decir efímero y, a fin de cuentas, más importante que quien la da hoy es quien la garantiza para el futuro. El elector dominicano no vota por quien dio sino por quien va a dar.

3- Hay un interés en provocar un incremento de la abstención electoral. Ello así porque se entiende que, mientras menos voten, más beneficia esto a la causa oficialista, dado que los sectores más propensos a no votar son las capas altas y medias de la sociedad, con más temor al contagio, que no dependen de un sueldo de la nómina pública y que tampoco tiene asignación en los programas asistenciales del Estado. Por el contrario, son las clases sociales más disgustadas con el PLD, pero son estas las que están más empoderadas de la idea del cambio y ante ello, el oficialismo parece entender que una menor concurrencia de electores afecta más al Partido Revolucionario Moderno (PRM) que al PLD. El manejo político de las informaciones sobre infectados y fallecidos por el Covid 19 será determinante en los porcentajes de participación en los próximos comicios. Pero la gente ya lo sabe y pudiesen ir a votar como quiera.

4- Mientras, la oposición no tiene recursos para competir contra la fórmula oficialista. El dinero sigue siendo un factor de crucial importancia sobre todo para el “día D”, momento es que resulta imperiosa “la logística” para los equipos de coordinación de colegios y recintos de manera que puedan estar bien preparados para finalizar exitosamente las votaciones. El oficialismo sabe que el día de las elecciones puede hacer bajar al menos 3 ó 4 puntos la preferencia electoral de la oposición, producto de la operatividad electoral de último momento. Ese es el porcentaje racional que tiene el gobierno para rebajarle a la oposición, porcentaje tradicional.

5- Se está jugando al control del personal de los colegios o mesas, expandiendo el miedo al contagio. Muchos de los voluntarios no querrán ir a las mesas de votación, de ahí la importancia de entender que el Gobierno controlará esos electores porque el único que estaría dispuesto a tomar el riesgo todo un día, atendiendo electores, es un empleado público que no querrá perder su empleo si no va. En estos momentos, ese si es un verdadero hándicap para la oposición.

6- Las candidaturas congresuales y, sobre todo, las de voto preferencial –que son las de diputados– también vienen a convertirse en un dolor de cabeza para los que tienen recursos limitados. Ese voto es el clientelismo a la máxima potencia, una perversión del sistema, que lo convierte en un mercado persa. Los informes anteriores de quienes han sido los más votados, dan cuenta de que han sido los del gobierno, porque han tenido muchísimo más recursos disponibles, pero en esta ocasión no es seguro que se imponga el voto preferencial, ya pasó así con las anteriores elecciones municipales, en las que el voto institucional o partidario cambió la correlación de fuerzas y superó al voto preferencial.

7- En la segunda vuelta es posible que disminuya más la concurrencia de electores, ello así porque todos los contagios que salgan de la primera vuelta se publicitarán y entonces, eso creará un miedo mayor al contagio. Ahí está el peligro: se pueden ganar las elecciones hasta con un 18-20% de los votos. Esa es la gran apuesta del Palacio.

Este difuso panorama nos hace entender que podemos caer en una deriva antidemocrática, a la que los miembros del Pleno de la Junta Central Electoral no deben sumarse porque estaría en juego la estabilidad y la paz de la nación.

Un intento del oficialismo que no sea obra de sumar alianzas políticas, de acuerdos de apoyo que los conviertan realmente en mayoría, es y será el waterloo del PLD, porque es imposible que el oficialismo le gane a los dos bloques de oposición y nadie aceptará un triunfo que nazca de argucias y acciones non sanctas.

La peor aventura en la que se puede meter el gobierno es tratar de ganar sin una verdadera mayoría, basándose en el uso y abuso de los recursos públicos, en franca violación a las leyes Electoral y de Partidos, aprovechando el estado de emergencia y el toque de queda por la pandemia del coronavirus. Deben darse cuenta los amigos y ex aliados del PLD que este horno no está para galletitas, que la oposición no va a aceptar resultados ilegítimos y que por mucho que se quiera repetir el vergonzoso fraude de las primarias de octubre, todos sabemos las consecuencias. Todos sabemos de la osadía que produce el miedo. De hecho, lo vi dos veces en los gobiernos del PRD.

El presidente, según mi criterio, ha hecho una buena gestión, con más luces que sombras. Él no puede permitirse terminar mal lo que comenzó muy bien. Al contrario, él sabe que tiene cartas democráticas que puede jugar y salir bien, porque es su derecho protegerse de futuras o probables persecuciones. El respeto que él se ha ganado en la sociedad, en un espíritu democrático, al final debe imponerse. El respeto se gana con acciones correctas, mas cuando se va de salida. Sigo pensando que en manos del Danilo que conocí no perecerá la democracia.

Porque el sitial que tiene en la sociedad está basado en ejecutorias y buenas acciones. Lo peor que se puede prohijar es tratar de hacer y pretender en el corto plazo, cometer acciones que hagan colapsar la democracia. 

Hemos de parafrasear al insigne escritor Albert Camus, quien dijo: “No hay nada más despreciable que el respeto basado en el miedo.”
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