Titulares

lunes, 30 de octubre de 2017

Hombres y mujeres de mucha fe


Por Cándida Figuereo Figueroa

En tiempos convulsos, cuando abundan los que piensan que todo se viene abajo, es que más se necesita que salgan al frente los hombres y las mujeres de mucha fe con forraje suficiente para enfrentar al mismo demonio.

Por dondequiera solo se escuchan lamentaciones y ocurrencias de desgracias de diferentes matices que se han convertido en el pan nuestro de cada día, recogidas en los diversos medios de comunicación.

A la par, el temor arrincona a no pocos que ven o escuchan perplejos los sucesos del día a día. Solo quien sufre en carne propia la adversidad sabe lo que eso significa. Los demás se limitan a lamentar lo que ven o escuchan. Pobre fulano, pobre mengano y amén.

Lo contrario a la fe es el temor. Ambos son adversos, pero de igual intensidad. Cada ser humano (hombre-mujer) debe decidir si se abraza a la fe que mueve montañas o al temor que destruye.

Cuando se tiene fe los propósitos se hacen tangibles, pero cuando se tiene miedo se vuelven sal y agua. Un país es lo que son sus ciudadanos. Las quejas no sirven de mucho, pero si vale luchar con ahínco por lo que se desea para el bien común.

El cacareado respeto al "derecho ajeno es la paz", que el político mexicano Benito Juárez dejó de legado hace 150 años para los hombres y para las mujeres a nivel mundial parece que ha caído en el saco del olvido.,

Robos, matanzas, traiciones, poca entereza y egolatría. ¿Qué es esto? ¿Un infierno?

Hombre y mujer de buena fe, si amas a tu prójimo como a ti mismo el mundo será mejor. El universo depende de ti y será tan bueno o malo como lo desees.

Edúcate para que tengas ideas propias sobre el porqué de las cosas. No olvides que el pan de cada día debes ganarlo con el sudor de tu frente porque pedir degrada al ser humano, salvo escasísimas excepciones.

Los padres son el modelo de los hijos. Lo que no quieras para los tuyos no lo desees para los demás. Fájate y se feliz porque se necesitan hombres y mujeres de mucha fe para lograr cambios positivos que frenen el malévolo síndrome del “yoismo”.

Hombres y mujeres de mucha fe, sigan aferrados a las buenas enseñanzas. Tengan presente que cuando se trabaja en una institución solo se va a servir, no a servirse. Las reglas al respecto son muy claras y es mejor seguirlas para luego no lamentarse.
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