Titulares

jueves, 5 de octubre de 2017

“Hazme mi sala”, una importante campaña

Por Patricia Arache


A nadie en su sano juicio y con mínimos conocimientos sobre alimentación, le cabe la menor duda de los beneficios que aporta la leche materna al desarrollo físico e intelectual del niño.

De acuerdo a los expertos, la leche materna posee adecuadas cantidades de carbohidratos, proteínas y grasas; aporta las proteínas digestivas, minerales, vitaminas y hormonas que requieren los bebés para su bienestar y, como si fuera poco, aporta los anticuerpos necesarios para evitar que éste enferme.

Desde hace mucho tiempo República Dominicana posee una Ley, la 08-95, con su reglamento incluido, como adecuado marco jurídico para que la alimentación de los neonatos y bebes hasta por lo menos los primeros seis meses de edad, sea una realidad. Sí. No se sorprenda. Existe esa legislación.

Esa ley, del año 1995, invoca marcos jurídicos internacionales y nacionales basados en distintas convenciones a favor de la niñez, de la mujer, de la salud colectiva y del derecho al trabajo.

También esboza las políticas regionales que promueven las Organizaciones Mundial y Panamericana de la Salud, OMS y OPS, respectivamente.

Cita, incluso, el propio Código Laboral de la República Dominicana, que en su artículo 240 establece: “Durante el período de lactancia la trabajadora tiene derecho, en el lugar del trabajo, a tres descansos remunerados durante su jornada, de veinte minutos cada uno, como mínimo, con el objeto de amamantar al hijo”.

Este derecho, sin dudas, trasciende a lo laboral, para colocarse en el plano de los Derechos Humanos, toda vez que se trata de alimentación sana, supervivencia y defensa de la vida, de niños y niñas y de la salud y de su bienestar físico y emocional, al igual que el de la madre.

Y siendo así, como es, hay que preguntarse, ¿por qué, 25 años después de la vigencia del Código Laboral (cuya modificación ahora se propone, aunque no están consensuados los aspectos a cambiar) y de 22 años de aprobación de la ley que “fomenta y protege la lactancia materna en República Dominicana”, no existe todavía una cultura de buenas prácticas en ese sentido?

¿Cómo es posible que el país figure entre los de índices más bajos de la región, con apenas el 7 por ciento de las madres dominicanas que lactan a sus hijos, en los primeros seis meses?

Las respuestas parecerían sencillas. Lamentablemente, no lo son. El país vive una profunda falta de control, de aplicación de las leyes, de aceptación de responsabilidades, de compromisos sociales y morales, de valores familiares, culturales y sociales y, en fin…de casi todo, lo cual no solo es responsabilidad del Estado, sino de todos.

Cabe resaltar esfuerzos públicos y mediáticos de importantes instancias gubernamentales y de la sociedad civil para impulsar la práctica de la lactancia materna.

Conozco, por ejemplo, el componente “Por Un Comienzo Positivo”, del programa Comunidades Inteligentes, del Despacho de la Primera Dama Cándida Montilla de Medina, que día tras día trabaja en ese sentido con embarazadas que asisten a las maternidades Nuestra Señora de la Altagracia y a la del Hospital de la Mujer.

Y, por supuesto, el esfuerzo que realizan las organizaciones de la sociedad civil, entre ellas ProlactarRD, para que las madres hagan conciencia de la importancia de amamantar y también dispongan de las facilidades necesarias para hacerlo en sus lugares de trabajo. Por eso, apoyo sin condición la campaña: #HazmeMiSala. ¿Y tú?
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